“El Foraster' es un reclamo turístico para los pueblos”

Tras haber recorrido Catalunya de arriba a abajo y realizado 1.700 entrevistas, se puede decir que El Foraster

se ha convertido casi en un sociólogo de campo. ¿Cuáles son sus conclusiones? ¿Cómo son los catalanes?

Uff... Es complicado. Creo que los seres humanos, sean de donde sean, se parecen. Se diferencian por matices y no se puede generalizar, porque dentro de un mismo pueblo hay gente extrovertida e introvertida.

Está rodando la quinta temporada. En este tiempo, ¿qué ha cambiado de El Foraster? ¿Ha madurado? ¿Es más sentimental?

Sin duda ha cambiado. Soy cinco años más viejo y las experiencias te curten. Pero hay algo que mantengo desde el principio: ir a los pueblos con ganas de aprender, nunca con ganas de enseñar. Esta premisa me la transmitió mi padre y forma parte de la esencia de El Foraster. Cuando vas así la gente se abre, hay complicidad.

¿Cómo eligen los pueblos que visita el programa?

En el proceso de selección yo no intervengo. Hay un equipo de localización y una de las normas es representar a todo el territorio. Pero en este sentido estamos felices porque hemos recibido una cantidad de propuestas de los mismos pueblos brutal. Porque después del programa mucha gente hace la ruta de El foraster, porque quieren conocer a las personas que he entrevistado. Nos hemos convertido en una especie de reclamo turístico, en una manera de mostrar y promocionar el territorio y sus gentes.

¿Y a los personajes que aparecen?

El equipo de localización tiene algunas entrevistas concertadas, pero después es el azar. Yo aparco la furgoneta pick-up y me encuentro a quien me encuentro. Si volviera al mismo pueblo dos semanas después, no haría el mismo programa.

¿Cómo definiría a El Foraster? ¿Tiene algo de Quim Masferrer?

Es muy curioso, tiene un punto travieso y es humilde para que los protagonistas sean la gente de la localidad.

¿El secreto es hacer sentir al pueblo que es especial?

Sí, pero El Foraster no es un tío que vaya a cantar solo las bondades del pueblo y enjabonar a sus habitantes. La cuestión es reírse de uno mismo, que es sanísimo. Después, en el monólogo uso la norma número uno del humor, la exageración. Tengo que decir que el monólogo es el momento más bonito. Cuando llego se respira en el ambiente el orgullo de ser de allí. Hasta ese momento había entrevistado a personas, a partir de ahí la gente del pueblo hace piña.

Con todo,

El Foraster

se ha convertido en uno de los programas estrella de TV3. En esta quinta temporada ¿teme un desgaste?

Espero que no, hemos ido creciendo temporada a temporada. Pero si ocurriera, sé que las cosas son cíclicas, tienen un principio y un final.

Premio Ondas al mejor programa de ámbito autonómico. ¿Se lo esperaba?

No sabía ni que optábamos.

Al recoger el premio aludió al referéndum catalán: “Gracias por habernos votado, porque es votando como se deciden las cosas”.

¿El Foraster

es independentista?

Al Foraster no le interesa la política, pero Quim Masferrer es un independentista confeso. Es increíble que en el año 2017 un pueblo no pueda votar.