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Martí salta a por un balón en una acción con el meta visitante, Moragón.

Martí salta a por un balón en una acción con el meta visitante, Moragón.

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El Camp d’Esports vivió ayer su primer partido en paz. La tregua firmada esta semana entre las peñas y la directiva no llevó más gente a la grada, que sigue registrado mínimos históricos, en un viernes, con horario horrible solapándose con el baloncesto, frío y niebla. No hubo más gente pero hubo tregua. Y eso se notó. Los pocos que acudieron al estadio se volcaron. Se oyeron gritos y cánticos que aún estaban inéditos esta temporada y el único en contra de la directiva –minuto 42 del primer tiempo– fue breve y muy poco coreado e incluso recibido con tímidos silbidos. Y los jugadores también quisieron sumarse al alto el fuego brindando una victoria de aquellas que, aún reconociendo que todas son buenas, tocan la fibra al aficionado: a la heróica, con un empate en la recta final, cuando todo parecía ya perdido y un 2-1 en el minuto 91, y de penalti. Pero en cualquier caso, hasta el minuto 82, en que Guillem Martí puso una cabeza salvadora a un centro de Doncel, ni un silbido, ni un gesto de desaprobación. Nada. Sólo apoyo incondicional a un equipo que lo estaba pasando mal. Vencer al Llagostera, que jamás habrá estado más cerca de ganar un partido como el de ayer, no supone nada decisivo, pero cuando menos el Lleida se fue a dormir fuera de las plazas de descenso y, sobre todo, con una notable dosis de autoestima que buena falta le estaba haciendo. Dicen, ya lo saben, que el fútbol es un estado de ánimo. El del Lleida, después del triunfo ante los gerundenses, es otro. Ha vuelto la victoria a su casillero y ha vuelto la tranquilidad a la grada que jamás debió de marcharse. Al igual que al Lleida aún le queda mucho camino por recorrer para alejar fantasmas de descenso. A la relación entre directiva y aficionados aún le restan muchas aristas por pulir, pero ya se ha dado el primer paso. Se acabaron los vetos y se acabaron los gritos.Sin duda ha influido mucho ese punto tres del comunicado. Ese que dice que el club no ha tenido nunca la intención de dañar la imagen de los colectivos ni de las personas mencionadas en la desafortunada rueda de prensa de Albert Esteve en octubre.

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