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El partido fue de mucha lucha, pero pocas ocasiones por parte de ambos equipos.

El partido fue de mucha lucha, pero pocas ocasiones por parte de ambos equipos.

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El escritor italiano Giuseppe Tomasi Di Lampedusa escribió a finales de los años cincuenta del siglo pasado una gran novela, “Il Gattopardo”, magistralmente llevada al cine por Luchino Visconti en 1963, que hizo célebre la paradoja “cambiar todo, para que nada cambie”, tantas veces usada en política, que reflejaba cómo en ocasiones, lo que se supone que es un gran cambio, en el fondo no lo es en absoluto.

En “Il Gattopardo”, un noble, Fabrizio Corbera, asiste a un radical cambio político en Italia que amenaza con acabar con su privilegiada posición social. Su sobrino, Tancredi Falconeri, es quien pronuncia la frase “si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Es decir, una forma muy hábil de utilizar los cambios políticos para acabar conservando la influencia y el poder ostentado en el régimen anterior.

La Transición española se considera muchas veces un ejemplo de “gatopardismo”. Tras la muerte del dictador Francisco Franco, sus partidarios se dividían en dos corrientes, los “continuistas” –los más ultras–, y los “reformistas”, los menos ultras. Descartado el “rupturismo” que proponía toda la oposición al régimen, se llegó al ‘reformismo pactado’, poniendo todas las renuncias y concesiones los que habían perdido la guerra en 1939. Las élites políticas, militares, económicas, judiciales y sociales, mantenían así sus privilegios en el nuevo régimen, una democracia con monarquía heredada.

El pasado verano, en el Lleida estaban convencidos de que se había acabado un ciclo. Y los dirigentes confiaron en que el “gatopardismo” podía aplicarse al fútbol. “Cambiarlo todo, para que nada cambiara”. Es decir, cambiar la totalidad de la plantilla, el cuerpo técnico e incluso la forma de relacionarse con la afición, para que no cambiara el hecho de que un equipo que había sido aspirante al ascenso en los cuatro años anteriores, lo continuara siendo. Pero esto sí cambió. El Lleida ha pasado de aspirante a pelear por la permanencia, en una temporada de transición que el club debe decidir hacia dónde conduce.

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