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Liderazgo y alofilia

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scuchando la brillante conferencia del catedrático J. Francisco Morales, una comprende que el liderazgo es una investigación constante y que la formación de quien se encuentra en la compleja tesitura de intentar liderar personas debería ser continua.

Conocemos diferentes estilos de liderazgo: autocrático, democrático, laissez faire, transaccional, transformacional… A lo largo de la historia y en la actualidad, aparecen modelos de liderazgo positivo pero también brotan en el lado opuesto liderazgos destructivos con la capacidad de movilizar masas orientadas a objetivos retorcidos y con consecuencias nefastas para la humanidad. Líderes manipuladores, que, para conseguir sus intereses, tienen la habilidad de influir de forma negativa en los grupos.

Es probable que la globalización, concepto entendido como un proceso económico, tecnológico, político, cultural y social, traiga consigo la demanda de otro tipo de liderazgo. Un estilo que vaya más allá de ser aceptado o reconocido por tu grupo, que es quien siempre otorga el reconocimiento y el poder. Liderar el endogrupo, es decir, influir en el grupo al cual pertenece el individuo, donde se comparten significados, normas y códigos, puede ser más sencillo. Lo complejo comienza con las relaciones intergrupales. Interactuar de forma positiva con el exogrupo, aquel que se percibe diferente y sobre el que el endogrupo habitualmente tiene una valoración negativa.

Posiblemente el liderazgo más potente y demandado en los próximos años será el que tenga la habilidad de conectar grupos, y el que posea la capacidad de crear entre ellos sintonía transformando prejuicios en voluntad positiva. Aquí cabe hablar de la alofilia, concepto que va un paso por delante de la tolerancia.

La alofilia puede definirse como la actitud positiva hacia los integrantes de un grupo externo, aunque estos presenten características distintas a las propias. No podemos hablar de la alofilia sin hacer referencia a Todd L. Pittinsky, doctorado en comportamiento organizacional, e investigador sobre dicho concepto y sobre liderazgo intergrupal.

Cinco son los factores que permiten medir la alofilia: el afecto, entendido como los sentimientos positivos hacia el otro grupo; el confort, refiriéndose a la comodidad con los integrantes de otro grupo; la cercanía o proximidad al otro grupo; la implicación, buscando interacción y motivos de afiliación con el otro grupo, y el entusiasmo, cuando miembros del exogrupo nos despiertan inspiración.

El líder alofílico transformará ideologías y sentimientos negativos hacia el exogrupo en corrientes positivas que generen acercamiento y confortabilidad. Este tipo de liderazgo requiere fortaleza mental puesto que algunos liderazgos se basan en conseguir la aceptación y simpatía del endogrupo, reforzando la enemistad o antipatía con el exogrupo. Este último estilo puede dificultar la consecución de objetivos estratégicos.

El liderazgo del futuro no se entenderá sin una visión abierta y global. Personas conectoras de grupos. Un nuevo reto para las organizaciones, conseguir líderes capaces de generar conexión y cohesión no solo en su grupo sino entre grupos. Generadores de redes que, con la paciencia y el arte de una araña, propicien la interacción y sentimientos positivos entre grupos. Personas capaces de despertar respeto e influencia en otros grupos y que tengan la destreza de sacar partido a la diversidad grupal, convirtiendo las diferencias en puntos fuertes.

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