TOR, LA HISTORIA
Capítulo 1: Tor, así empezó todo. Los orígenes del conflicto entre Sansa y El Palanca
Capítulo 1 || Tor, un lugar de topónimo prerromano enclavado en una ancestral ruta pirenaica, tiene su nombre grabado con sangre en la crónica negra por la truculenta historia sobre el control de su montaña, cuyo relato desgrana SEGRE, al hilo de la exitosa serie televisiva de Carles Porta, con varias entregas dominicales que comienzan hoy.
La montaña se convirtió en escenario de la delirante competencia entre un futuro de esquí que nunca cuajó y la decadencia de la madera y el pasto, con los vecinos liderados por Josep Montané Baró, Sansa, y Jordi Riba Segalàs, El Palanca, como actores
Tor no es un concepto reciente ni define un lugar remoto. La palabra, de origen iberovasco y que significa cerro, colina o monte, remite a la fundación en la etapa prerromana de un pueblo cuya historia abarca al menos tres milenios, con una iglesia datada en el siglo X y restos de otra visigoda, y que se sitúa en la ancestral ruta de paso del Port de Cabús: de ganado y de viajeros desde la antigüedad, de contrabandistas y montañeros desde mediados del siglo pasado, y, puntualmente, de otras gentes, de maquis en la posguerra española y de judíos en la mundial, de jipis a partir de los 90 y, de tanto en tanto, de personajes con interés en explotar de una manera u otra el monte que rodea el pueblo.
Aristóteles dejó escrito en su Política que “la riqueza consiste más en el disfrute que en la posesión”. Pero, paradójicamente, ya que el filósofo era partidario de la propiedad privada y opuesto al régimen comunal, si algo apunta la historia reciente de Tor es que la posesión, o el ansia de ella, tiene cierta capacidad de atracción sobre la ruina.
Propiedad
La propiedad de la Montaña de Tor, una mole de 2.600 hectáreas (4.800 con el antiguo sistema de medición de la UE) ocupada mayoritariamente por un bosque de pino y situada en el término de Alins, en el Pallars Sobirà, lleva más de medio siglo enfrentando a los descendientes de algunas de las trece famlias que en su día, en 1896, fundaron una sociedad de condueños para evitar que con el proceso desamortizador de la Ley Madoz (1855) pudiera pasar a otras manos. Con ella se habría ido también cualquier perspectiva de explotar la madera y los pastos y, también, el derecho de paso por sus pistas y caminos, el principal de los cuales enlaza en Cabús con la carretera que lleva, ya en Andorra, hasta la estación de esquí de Pal-Arinsal.
“Tor es una población de origen medieval y está en una zona que siempre fue de paso. Ha tenido interés por su situación, por la explotacion de la madera y para la transhumancia”, explica Jordi Abella, director del Ecomuseu de Les Valls d’Aneu.
Los restos de un castillo anterior a la iglesia revelan lo estratégico de la ubicación, a 1.650 metros de altitud, en la ruta del Pallars a Andorra, una importancia que se mantuvo durante siglos: “hay punto de carabineros”, documenta Ceferí Rocafort en su Geografía General de Catalunya de 1849, en la que reseña 39 edificios y “85 habitantes de hecho”, mientras Pascual Madoz, en una obra de 1870, cita un parque de “5 casas” y “26 almas”. El vecindario no era estable en Tor, algo relacionado con la dureza del medio: “es el clima muy frío, y se padecen reumas agudos y crónicos, y muchas inflamaciones”, cuenta Madoz.
Competencia
Aunque no ha sido ese el único motivo para migrar en Tor. En 1944, cuatro familias se quedaron sin casa al arder tras una escaramuza de la Guardia Civil y el maquis. Y otras optaron por buscarse la vida en otras zonas.
Poco a poco, “la dureza de la vida” y algunas “desgraciadas vicisitudes” como el episodio de los guerrilleros comportaron “la prolongada dejación por algunos vecinos de los derechos comunitarios, de otra parte de escaso contenido por la penuria en sí de sus originarios rendimientos”, según dictaminaron la Audiencia de Lleida en 1981 y el Supremo en 1982. Los vecinos se iban, la montaña no rentaba y la sociedad de condueños había dejado de operar como guía de la convivencia, en un declive paralelo a la emergencia de dos bandos enfrentados por el dominio de la mole. Y todo ocurría mientras afloraban factores externos que acabarían teniendo una influencia nuclear en la reciente crónica negra de Tor.
Por una parte, el consumo de tabaco rubio rebasaría a partir de 1973 la barrera del 10% en España, y eso abría una expectativa de negocio en la raya de Andorra vista la baja presión fiscal que aplicaba a ese género. Y, por otra, la faceta turística del desarrollismo arraigaba en el Pirineo, con Baqueira operativa desde 1964 y un primer remonte ya en 1973 en Arinsal antes de la explosión de los años 80.
La montaña se convirtió en escenario de la delirante competencia entre un futuro de esquí que nunca cuajó y la decadencia de la madera y el pasto, con los vecinos liderados por Josep Montané Baró, Sansa, y Jordi Riba Segalàs, El Palanca, como actores. Aunque, hasta donde se sabe, nadie le hacía ascos a los peajes del trasiego ilegal de tabaco o de otras mercancías.
La tensión entre los dos grupos, y especialmente entre sus líderes, fue creciendo entre “altercados y enfrentamientos” hasta generar un “ambiente de íntima intranquilidad y temidos presagios” por “la preexistente situación hostil y tensa entre los bandos”, según relatan las sentencias del primer y doble crimen de Tor, el que tuvo lugar la tarde del 3 de julio de 1980.
Ese día estaba en el pueblo el andorrano Rubén Castanyer, un “hombre emprendedor pero intemperante y autoritario” que en 1976 cerró un acuerdo con Sansa y otras tres familias, como “únicos copropietarios válidos”, para instalar en la montaña una estación de esquí por 200.000 pesetas anuales más la compra de 200 hectáreas por 27 millones, 25 de ellos aplazados. Le acompañaban el exguardia civil Dionisio Rodrigo Cuadrón, que solía cargar una pistola sin papeles, y el andorrano Ramón Miró, alias El guapo.
También estaba en Tor aquel día El Palanca, “persona vehemente, de genio vivo y dominante” que había comprado derechos sobre Tor a una tía suya, y Pedro Liñán y Miguel Aguilar, a los que, también en nombre de la sociedad y con el apoyo de otras familias, había arrendado “los pastos sobrantes y forestales secundarios”.
Protagonistas
Tanto Liñán y Aguilar, que morirían esa tarde tiroteados, como Rodrigo y Miró, autores de los disparos mortales, encajan en este perfil de matones: Castanyer y Palanca “buscaron o aprovecharon la presencia en el pueblo de hombres sin intereses en el condominio para que su presencia actuara a a modo de resguardo y protección”.
El encuentro derivó en un encontronazo en el que El Palanca y Castanyé llegaron “a las manos”. El promotor acabó por el suelo y el ganadero, tras recibir un bastonazo, en una zanja de 80 centímetros de profundidad. “¡Saca la pistola!”, le gritó Miró a Rodrigo, quien “sin tiempo a reflexionar, empuña el arma, la monta y sin solución de continuidad” dispara a quemarropa a Liñán, que cae malherido. Acto seguido, Miró le arrea a Aguilar, que tenía agarrado al andorrano, un garrotazo “con tanta fuerza que rompe el palo”. Cuando este reacciona y se va a por su atacante, Miró retrocede unos pasos, “coge la pistola” y descarga dos balazos con los que Aguilar cae “fulminado”. El Palanca huye con su jeep mientras uno de los pistoleros hace lo propio hacia Andorra con el de Castanyer, quien con el otro guardaespaldas y dos albañiles traslada a Tírvia a las víctimas, que llegan sin vida.
La Audiencia condenaría a ocho años a Rodrigo y Miró en la sentencia del primer crimen de Tor. Quince años después moriría estangulado Sansa. Y nueve más tarde los tribunales dictaminarían la obsolescencia de la sociedad.
Cronologia
- Edad Media: Tor dominaba ya antes del siglo X una de las rutas tradicionales del Pirineo para el ganado y los viajeros.
- 1855: La Ley Madoz y su mandato de privatizar los bienes comunales desató reacciones defensivas en muchas zonas rurales.
- 1896: Los vecinos de Tor optaron por constituir una sociedad de condueños para mantener una explotación similar a la comunal.
- Años 70: La promesa del desarrollo turístico con una estación de esquí fue simultánea a un incipiente declive del negocio forestal y a los inicios del contrabando de tabaco.
- Años 70: Algunas familias vieron la migración de otras en las décadas anteriores como un medio para hacerse con el control de la montaña.
- 3-VII-1980: Una pelea entre ‘El Palanca’, Rubén Castanyer y dos partidarios de cada uno de ellos acaba con dos muertos y con una posterior condena a ocho años de prisión para los autores de los disparos.