GANADERÍA
El fantasma de la crisis de 1997
La peste porcina clásica obligó a sacrificar 1,2 millones de cerdos y provocó el cierre de tres mil granjas, la gran mayoría pequeñas. Hoy el sector es muy diferente, volcado en las exportaciones

El Cuerpo de Agentes Rurales muestra cómo se trabaja sobre el terreno con los agentes caninos. - EFE/MARTA PÉREZ
El brote de peste porcina africana detectado en el entorno de Barcelona hace poco más de dos semanas amenaza con tensar un sector industrial que en tres décadas, desde la última gran crisis, ha pasado de pequeñas explotaciones de cerdo para consumo local a unas doscientas empresas que mueven desde Catalunya miles de millones de euros con la exportación como clave del negocio.
Los primeros positivos detectados el pasado 28 de noviembre en jabalíes del área de Collserola, en Barcelona, han hecho reaparecer la sombra de una de las crisis más graves del sector porcino catalán: la de 1997, cuando un foco de peste porcina clásica obligó a cerrar 3.000 granjas catalanas de golpe, el 17 por ciento del total. Cerraron las más pequeñas y menos eficientes, que no pudieron afrontar el golpe económico.
A diferencia del brote actual, que se limita a animales salvajes, entonces el virus se extendió por el ganado de decenas de granjas, sobre todo en la provincia de Lleida, que fue el epicentro de la epidemia a nivel estatal, por lo que se tuvieron que sacrificar 1,2 millones de animales.Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) cifra en 60 millones de euros el impacto económico de aquella crisis.
Volcado en la exportación
Pero hoy el sector porcino se juega mucho más, pese a que el brote esté localizado, afirma la profesora del departamento de Ciencia Animal de la Universitat de Lleida (UdL) y coautora de los informes del sector porcino que publica anualmente la Generalitat, Esther García.
“Hay más riesgo porque ha aumentado el volumen de producción”, afirma García, que cita los 8 millones de cabezas de cerdos que produce Catalunya cada año, frente a las 700.000 de 1997, según datos del ministerio de Agricultura.
“Producimos más de lo que podemos consumir”, señala García, que resalta la importancia de las ventas internacionales para el sector.
Solo en 2023, Catalunya registró cerca de 3.200 millones de euros en exportaciones de porcino, el doble que hace una década.
La profesora advierte de que los vetos decretados por países como Japón y México pueden provocar un excedente de producto y obligar a nuevas bajadas de precios —que ya registran caídas históricas-, con un impacto “sistémico” sobre Lleida, Barcelona y Girona.
A finales de los 90, el sector estaba mucho más atomizado, con unas 14.000 granjas dedicadas al porcino enfocadas al mercado interno. Hoy, quedan alrededor de 5.000 explotaciones, en su mayoría de crianza intensiva y vinculadas a las empresas integradoras, como se conoce en la jerga técnica a las compañías cárnicas que suministran animales y pienso a los ganaderos.
Un total de 258 empresas catalanas exportaron porcino de manera regular en 2024, 169 de ellas en la provincia de Barcelona, según datos del departamento de Empresa.
Un “antes y un después”
Para el portavoz del sindicato Unió de Pagesos (UP), Rossend Saltiveri, el sector porcino español ya ha perdido al menos 12 millones de euros por la primera bajada de 10 céntimos por kilo en la lonja de Lleida, lo que supone 3 millones de pérdidas en Cataluña en una sola semana.
Saltiveri prevé recortes de precios que podrían traducirse en despidos y en la salida de pequeños productores: “Si empiezan a bajar los precios, las empresas podrían recortar costes. Habrá un antes y un después, y el pequeño (productor) siempre es el eslabón más débil”.
Sin embargo, asociaciones como la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (Fecic) o la Asociación Catalana de Productores de Porcí (Porcat) consideran prematuro evaluar el impacto económico del brote y confían en que el Gobierno central logre que más países extracomunitarios limiten sus vetos a la provincia de Barcelona o incluso a los 91 municipios señalados por la Comisión Europea.
El profesor de Economía en la Universitat Pompeu Fabra (UPF) Oriol Amat aporta una visión más optimista y señala que, desde la crisis financiera de 2008, las empresas se han capitalizado “muy bien, han reducido su endeudamiento y tienen unos balances muy sólidos para aguantar”, aunque admite que harán falta ayudas públicas.
Llamar al 112
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El subinspector y jefe del área de grupos de apoyo de Agentse Rurales, Quico Rivera, hizo ayer un nuevo llamamiento a “no bajar la guardia” ante la peste porcina africana (PPA) y explicó que se sigue trabajando en prospecciones dentro del segundo radio del brote, la zona de bajo riesgo comprendida entre los 6 y los 20 kilómetros de la zona de origen en Cerdanyola del Vallès.
En declaraciones a los medios de comunicadión desde Santa Perpètua de Mogoda agradeció a la ciudadanía el cumplimiento de las restricciones, que, dijo, se están respetando “mucho”, aunque recordó el peligro de que las personas sean focos de transmisión de esta enfermedad. De hecho, el virus puede transmitirse de forma muy fácil a través de las ruedas de vehículos o de los zapatos de personas que puedan pisar material contaminado. De ahí que es clave reducir el paso de vehículos y personas por zonas de peligro y de llevar a cabo una desinfección adecuada en el caso de los coches y los agentes que trabajan in situ contra la peste.
Asimismo, recordó la necesidad de que los ciudadanos alerten “rápidamente” al 112 en caso de encontrar jabalíes muertos o con síntomas de enfermedad.
También agradeció la tarea del resto de cuerpos desplegados para la contención del brote y dijo que están “muy contentos” de cómo se está desarrollando el dispositivo. Explicó que para las prospecciones de terreno están contando con la colaboración de las Agrupacions de Defensa Forestal y la la Unidad Militar de Emergencias.