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40 años disfrutando de la Fira

Montse Aloy no se ha perdido ninguna edición de FiraTàrrega || Esta fiel espectadora vivió los inicios en su adolescencia y explica a ‘Cercle’ su relación con el certamen de su ciudad natal

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La targarina Montse Aloy, profesora, escritora y poeta, era una adolescente cuando se inauguró la Fira del Teatre al Carrer de Tàrrega y, desde entonces, no se ha perdido ninguna edición. Es más, el certamen le despertó tal pasión por el teatro que no solo lo ha convertido en una fiel espectadora de toda clase de espectáculos, sino que actualmente está estudiando teatro a la Escola El Timbal de Barcelona, después de pasar por el Aula de Teatre de Lleida y por el Taller d'Arts Escèniques de Tàrrega Cruma.

Montse recuerda con emoción sus primeras ediciones: “Observar el trasiego de camiones y furgonetas en la calle donde vivían mis padres significaba que ya entrábamos en la semana de la Fira. Normalmente hacía un calor moderado, pero, a partir de las 8 de la noche, todo el mundo renegaba de las camisetas sin mangas y de las sandalias de playa. Empezaban a llegar los primeros turistas, que irían al camping, con mochilas y grandes bolsas a sus espaldas”, rememora.

Aloy desarrolló una estrategia que le permitía asistir a todos los espectáculos que le interesaban. “La organización repartía por la calle la versión corta del programa. Yo me lo repasaba y después compraba el más completo y, ya en casa rotulador en mano, marcaba las funciones que más me interesaban y me podía permitir”, afirma. “Así que, previo regateo con mis padres, solamente me quedaba ir a hacer cola para adquirir las tan ansiadas entradas”.

Otra de las bondades de la Fira era sin duda el contacto social. “A menudo reconocía personas que hacía tiempo no veía. El reencuentro era exagerado, lo reconozco, pero sincero. Quedábamos para tomar algo, quizás asistiríamos juntos a una función... Nunca se sabía lo que te esperaban esos días”, manifiesta Montse Aloy que, en aquel entonces, “creía que durante aquellos cuatro días, Tàrrega era un poco el Nueva York de Catalunya, siempre he sido mitómana”, añade.

De todos los espectáculos que ha visto durante estos 40 años, puede destacar muchos y variados, pero son tantos que prefiere poner en valor la excelente programación que la Fira dedica a los más pequeños, que la convierte en una verdadera cantera de espectadores de teatro.

A la pregunta de cuál sería su mejor deseo para los próximos 40 años, Montse exclama divertida: ¡“Eso quiere decir que yo tendré 90! Quizás ya no veré bien, y los actores serán sustituidos por autómatas... ¡Que triste”! pero al momento encara seriamente la pregunta y responde “que el teatro en la calle no muera, que los espectadores sepan valorar todo el esfuerzo que su organización supone, que haya colas para comprar entradas y chispas en los ojos de los compradores, que el nombre de Tàrrega inspire otras ciudades donde el teatro dé vida, reflexión y experiencia a todo el mundo que lo quiera ver. Ah!, y que podamos abrazar a los actores, que la Covid solo permite enviar besos alados. Pues todo eso”, concluye.

FIRATÀRREGA

El certamen celebra este año su 40 edición, que se iniciará el 9 de septiembre y se clausurará el día 12.

MIRADAS

La FiraTàrrega más emocionante es la que vive con su hijo Lluc

En los últimos años, Montse Aloy vive la Fira de una manera muy especial. “Mi hijo pequeño, Lluc, es un chico risueño y muy alto con unas características especiales: deficiencia visual, movilidad reducida y TEA no verbal. Eso quiere decir que, cuando asisto a los montajes teatrales con él, tengo que ir explicándole poco a poco qué hacen los actores y por qué, para que lo pueda entender. A menudo tengo que imitar las expresiones teatrales para que las comprenda, y decir cuándo una cosa es broma y cuando no, además de avisarle si se puede o no aplaudir y hablar.”

Con esta manera de ver las representaciones, Montse ha conseguido que “sorprendentemente Lluc ame el teatro y disfrute. Quiere participar y, cuando entiende todos los conceptos, sabe hacer lo que se pide de él. La mirada de gratitud y complicidad que me dedica al finalizar algunos espectáculos es la demostración de todo lo que os he explicado. Si él dice jatà, es que la función se ha acabado. Y no se equivoca nunca. Palabra de madre”, añade orgullosa.

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