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SUCESOS DEBATE

La caza en el punto de mira

Cazadores de Lleida lamentan el doble crimen de Aspa y piden que una “locura” no estigmatice al colectivo || Proponen un mayor control sobre los permisos, especialmente para forasteros, y recuerdan que su labor es necesaria para que no proliferen especies que dañan la agricultura

Ramon Pontí, de 85 años, es un vecino de Seròs que caza desde los 16.

Ramon Pontí, de 85 años, es un vecino de Seròs que caza desde los 16.

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Llevan décadas cazando, algunos más de 40 años, pero ayer cargaron la escopeta embargados por una mezcla de sentimientos de rabia, pena y ansia de reflexión. Así empezaron el día de ayer un grupo de nueve cazadores de Seròs, Alcolea y Torrent de Cinca, el primero de caza autorizada después del doble crimen de Aspa del sábado, en el que un cazador mató a tiros a dos agentes rurales. “Lo que pasó queda fuera de toda lógica, es una locura que daña a todo el colectivo”, se lamentó Jaume Teixidó, presidente de la delegación en Lleida de la Federació Catalana de Caça y uno de los integrantes del grupo. Jaume tiene 63 años y lleva más de 30 al frente de la Societat de Caçadors de Seròs. Junto con sus ocho compañeros, ayer se dedicaron a cazar conejos con la ayuda de hurones en una finca de frutales de la localidad arrasada por estos animales, que pelan la corteza de los troncos. Iban en grupo, unos soltaban los hurones y los metían por los agujeros del terreno para que hicieran salir a los conejos de su escondite mientras los otros les esperaban atentos para no dejarles escapar. “La caza es necesaria, colaboramos con los agricultores y con los Agentes Rurales”, afirmaron.

En cuanto a las nuevas medidas de seguridad impulsadas por Agricultura, como que los rurales puedan ir armados o que lleven chalecos antibalas, dijeron estar completamente de acuerdo. Sin embargo, alertaron del peligro de tomar malas decisiones en caliente. “Está todo muy reciente, hay que reflexionar”, dijeron. Se referían a la idea de ser más estrictos con los exámenes psicotécnicos para renovar el permiso de armas. “La media de edad del colectivo de cazadores es de 59 años, lo que significa que hay mucha gente por encima de esta edad. Si son más exigentes con las aptitudes físicas, muchos cazadores que tienen todo el conocimiento y la experiencia no pasarán las pruebas”, alertó Carlos Romia, un vecino de Seròs de 65 años que caza desde los 16. “Ningún psicotécnico hubiese podido evitar lo que les pasó a estos chicos”, añadió. “Estamos buscando explicaciones a un hecho que no tiene ninguna”, concluyó. Con lo que sí se mostró crítico Teixidó fue con los permisos de caza que se dan a cazadores forasteros. “Cuando salimos en grupo varios cazadores federados de aquí todos nos conocemos, sabemos que tenemos los papeles en regla. Pero a veces vienen compañeros de fuera y hasta ahora siempre confiábamos en la buena fe de la gente, quizás íbamos demasiado tranquilos y no les pedíamos ni el seguro, ni el permiso de armas ni la licencia de caza”, dijo. “Tengo 85 años y tengo arma desde los 16. La caza es mi vida”, afirmó Ramon Pontí, otro de los integrantes del grupo. “No me entra en la cabeza lo ocurrido el sábado. Cualquier cazador sabe que cuando se acerca alguien, sea un agente rural, un agricultor, etc., lo primero que hay que hacer es descargar el arma. Lo que hizo este loco nos daña a todos”, dijo. Durante la jornada de ayer, Jaume, Carlos, Ramon, Joaquin, Pedro, Luciano, Francisco, José Antonio y David cazaron una veintena de conejos. “Calculo que este año perderé la mitad de los árboles jóvenes por los daños de estos animales, necesito la ayuda de los cazadores para contrarrestar sus efectos”, afirmó Josep Ballabriga, cazador y propietario de la finca.

Ramon Pontí, de 85 años, es un vecino de Seròs que caza desde los 16.

Ramon Pontí, de 85 años, es un vecino de Seròs que caza desde los 16.

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