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SUCESOS SINIESTRALIDADLAS NORMAS

Catorce ciclistas han muerto desde 2010 en accidente en las carreteras leridanas

Dos siniestros fueron múltiples, en Soses en 2015 y en Vallfogona de Balaguer en 2012

Un momento del homenaje a Jeroni Ros por parte de familiares y amigos en la L-310.

Un momento del homenaje a Jeroni Ros por parte de familiares y amigos en la L-310.SEGRE TÀRREGA

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Las carreteras leridanas se han cobrado la vida en los últimos siete años de 14 ciclistas, que han fallecido arrollados por vehículos. Dos de estos siniestros fueron múltiples, con dos víctimas en Soses en 2015 y otras tantas en Vallfogona de Balaguer en 2012. Clubes y entidades reclaman penas más duras y que se cumpla la distancia de seguridad.

Catorce ciclistas han perdido la vida en accidentes ocurridos en las carreteras leridanas desde 2010. El último siniestro de esta lista negra ocurrió el pasado día 11 de marzo cuando falleció un vecino de Agramunt, a quien ayer recordaron con una marcha, en una colisión con un camión en la carretera L-310 en Concabella. Eso después de un año, 2016, en el que no se registró ningún accidente mortal con un ciclista implicado. Especialmente trágicos fueron 2013 y 2015, con tres de estos deportistas fallecidos en cada uno de ellos. En este último tuvo lugar uno de los siniestros que más se recuerda, el que costó la vida a dos ciclistas de Seròs después de que un conductor ebrio y que se dio a la fuga arrollara al grupo de cuatro con el que circulaban por una carretera en Soses. Fue detenido y Fiscalía le pide 7 años de prisión y una indemnización de más de 400.000 euros. También llegó a juicio la muerte de dos ciclistas vecinos de Balaguer arrollados en febrero de 2012 por un coche en la C-13 en Vallfogona de Balaguer. El conductor fue condenado a la pena de multa de 1.080 euros y la prohibición de conducir durante tres años.

Estas catorce muertes son, sin duda, una cifra trágica y elevadísima para los clubes y asociaciones de ciclistas de las comarcas leridanas. Y es que son cientos los aficionados que, sobre todo los fines de semana, toman las carreteras de la provincia para practicar este deporte. Por ello, no se han cansado de pedir a los conductores que respeten a los ciclistas y que cumplan la distancia de seguridad de un metro y medio que marca la normativa y a las autoridades que haya más carreteras señalizadas como prioritarias para los ciclistas. También han reclamado penas más duras y sanciones ejemplares a los conductores imprudentes para evitar que se sigan produciendo muertes en las carreteras.

Clubes y entidades piden respetar la distancia de seguridad y penas más duras a los conductores

Más de 350 personas, la mayoría ciclistas, quisieron sumarse al acto de recuerdo y homenaje

Emotivo homenaje al ciclista atropellado en Concabella Más de 350 personas, la mayoría ciclistas, participaron este domingo en el acto de homenaje a Jeroni Ros Vilamajó, el ciclista de Agramunt fallecido el 11 de marzo en la L-310, en Concabella. El acto, organizado por el Club Ciclista Agramunt y al que se sumaron familiares, amigos y ciclistas, fue muy emotivo. Los participantes se dieron cita a las 10h en la plaza Fondandada de Agramunt donde tuvieron lugar unos breves parlamentos del presidente del club, Jordi París, quien reivindicó “el derecho de los ciclistas a poder circular por las carreteras, donde somos los más frágiles”, momento en el que sus compañeros desplegaron una pancarta en la que se podía leeer: “Compartir amb respecte és més segur” y aparecía la imagen de un coche y unas bicis con 1,5 metros, que es la separación lateral que al menos deben dejar los conductores con los ciclistas. El acto siguió con una pedalada hasta el lugar del accidente, a unos 12 kilómetros. Encabezaba la marcha su hijo Xavier y miembros del Club Ciclista de Agramunt, seguidos de compañeros de otros clubs. Uno de los momentos más emotivos fue el descubrimiento de un monolito con una rueda de bicicleta en recuerdo de Ros, seguido de un minuto de silencio y la interpretación de una pieza musical. Los parlamentos fueron a cargo de un amigo, Josep M. Ortiz, de su madre, Maria Vilamajó y su esposa, Sara Miñarro, que recordó que perdió la vida “haciendo salud con prudencia”. Acabó con una adaptación de El cant dels ocells por parte de Carlitos Miñarro, su cuñado.

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