SEGRE

METEOROLOGÍA CAMBIO CLIMÁTICO

Un otoño cada vez más diluido

Las lluvias no mitigan un año hidrológico seco y un octubre con los termómetros casi a 30 grados || Los expertos admiten la influencia del cambio climático, que aumenta las temperaturas, y, aunque las precipitaciones se mantienen, son más variables y repartidas a lo largo del año

El río Segre en Coll de Nargó, en la cola del pantano de Oliana, con pocas reservas (45%) y rodeado de verde, inusualmente en otoño.

El río Segre en Coll de Nargó, en la cola del pantano de Oliana, con pocas reservas (45%) y rodeado de verde, inusualmente en otoño.CYNTHIA SANS

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El último año hidrológico, por el que se calcula el régimen de lluvias de octubre a septiembre, se cerró hace tres semanas como un periodo seco. Por ejemplo, el río Segre registró un caudal acumulado de 746,1 hectómetros cúbicos de agua, unos 150 hectómetros por debajo de la medida de los últimos 60 años. Los datos del Canal d’Urgell señalan que en la última década solo una vez se han rebasado los 1.000 hectómetros cúbicos, mientras que en la de 1956 a 1966 (la primera de los registros) fueron 7 ocasiones. Fuentes de la Agència Catalana de l’Aigua señalan que al cambio climático se une la proliferación de los bosques (que retienen agua) por el cambio de usos de la tierra como factores que inciden en la menor aportación de agua del Segre.

El otoño atípicamente caluroso, que sigue a un verano seco, ¿es una anomalía puntual o un efecto del cambio climático? Pocos expertos niegan en Catalunya este fenómeno y la mayoría coincide en admitir un incremento de las temperaturas en las últimas décadas, si bien los cambios en la pluviometría son más difíciles de confirmar. El último boletín de indicadores climáticos del Servei de Meteorología de Catalunya (SMC) constata “durante los últimos 66 años un incremento de la temperatura media en Catalunya”. En las comaras de Lleida se sitúa alrededor de los 0,24 grados de aumento cada diez años (ver gráfico de la derecha).

El abandono de la tierra y el aumento de los bosques ayuda también a que haya menos agua en los ríos

Rosa Maria Poch, catedrática de Agrónomos y profesora de Hidrología, es coautora del tercer informe sobre el Cambio Climático en Catalunya. Sostiene que “la cantidad acumulada de lluvia al cabo del año no varía de forma significativa, pero sí su impacto y su distribución”. “El clima mediterráneo de los otoños y las primaveras tiende a desdibujarse”. Sin embargo, el incremento de la temperatura sí lleva a una mayor evaporación del agua, remarca Poch, lo que implica “que las plantas tengan más necesidad hídrica”, y ello que llevará a afinar la gestión de las reservas en los pantanos e incrementar la eficiencia del regadío. El calor contribuye también a la mineralización del terreno, por lo que “estamos yendo hacia un clima más árido”, explica Poch, que castigará más a las zonas de “transición” entre superficie seca y húmeda, lo que en Lleida salpica especialmente al Prepirineo. Poch estudia, entre otros aspectos, técnicas de gestión del suelo para que actúe como “secuestrador” de CO

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y mitigador de los efectos del cambio climático. El campo ya percibe toda esta variación. “El maíz se siembra un mes antes de lo habitual y en verano el calor obliga a usar más agua”, señalan desde UP. Jarc, a su vez, concreta que, por ejemplo, la producción apícola se ha reducido en Catalunya un 60% este año.

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