Dos sepultados tras hundirse una montaña en Castell de Mur

Un gran desprendimiento de rocas arrastró a primera hora de la tarde de ayer un coche en el que viajaban dos personas en Castell de Mur. La avalancha, de más de 100 metros de largo, habría sido causada por las lluvias de los últimos días. Esta mañana se reiniciará la búsqueda de los dos desparecidos, que son dos vecinos de Sant Esteve de la Sarga.

Una gran avalancha de rocas sepultó ayer a primera hora de la tarde un coche en el que viajaban dos personas en la carretera LV-9124 en Castell de Mur, en el Pallars Jussà. Las víctimas, que a última hora de ayer no habían sido localizadas, son un matrimonio de Sant Esteve de la Sarga de unos 70 años padres del alcalde de esta localidad, según informó el alcalde de Castell de Mur, Josep Maria Mullol. El alud se produjo sobre las 15.14 horas en el kilómetro 5, entre Guàrdia de Noguera (Castell de Mur) y Moror, núcleo de Sant Esteve de la Sarga. El desprendimiento se habría producido por las abundantes lluvias de la última semana. “Nunca habíamos visto un alud de estas dimensiones”, explicó el primer edil. El desprendimiento afectó a más de cien metros de largo de risco.

Hasta el lugar de la tragedia se desplazaron nueve patrullas de los Mossos, con la unidad de montaña, la unidad canina y un helicóptero, cinco dotaciones y el helicóptero con los GRAE de los Bomberos de la Generalitat y una ambulancia del SEM. Además, también se desplazó un técnico geólogo del Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya para estudiar la estabilidad del terreno. Los helicópteros intentaron hallar sin éxito el rastro de las víctimas y su vehículo. Una de las aeronaves iba equipada con cámara térmica pero los resultados fueron negativos, según fuentes cercanas al caso. Otra cámara detectó al menos tres grandes grietas en el risco de la montaña.

Técnicos hicieron una primera inspección del terreno y, debido a su inestabilidad, se decidió que no accedieran las máquinas de gran tonelaje para desescombrar la zona y buscar a los desaparecidos, que regresaban del mercado de Tremp, según indicaron fuentes cercanas al caso. Al parecer, las rocas habrían arrastrado el vehículo ya que se hallaron partes esparcidas por la zona como son la matrícula, una puerta o una de las ruedas. Preventivamente, se cortó un tramo de 3,5 kilómetros de la carretera. Los equipos de rescate se retiraron al hacerse de noche y continuarán hoy a partir de las 8.00 horas. Los geólogos evaluarán de nuevo el estado de la montaña y no se descarta que los trabajos se alarguen durante días.

EL LUGAR DEL DESPRENDIMIENTO:

Este es, con mucho, el accidente más grave tras una semana de aludes de tierra y rocas que han provocado cortes en carreteras del Pirineo leridano. Así, la lluvia de los últimos días ocasionó un desprendimiento el pasado sábado en el Pont de Suert que cortó durante dos horas la N-230, el cuarto en poco más de un mes. En uno de los anteriores, el pasado mes de marzo, un conductor resultó herido grave por el impacto de una piedra. Un carril de esta misma carretera quedó cortado el miércoles en Escales por la caída de una roca de gran tamaño. Ese mismo día, piedras y rocas sobre la calzada obligaron a cortar varias horas un carril de la carretera C-14 a su paso por Organyà. Lo mismo sucedió en la L-401 en Alinyà, mientras que, en Olius, una gran piedra del tamaño de una furgoneta cortó la C-26 hasta el día siguiente. También la línea ferroviaria Lleida-La Pobla de Segur quedó cortada varias horas el pasado miércoles por un desprendimiento sobre las vías en Àger.

El desplome de un risco ayer sobre doscientos metros de la carretera en Castell de Mur, por su parte, tuvo lugar en una zona caracterizada por su inestabilidad geológica. Cabe recordar que, en otro tramo de la LV-9124, obras que la Diputación (titular de la carretera) llevó a cabo entre los años 1998 y 2001 provocaron desplazamientos de los terrenos y grietas tanto en la calzada como en edificios del pueblo de Guàrdia de Noguera. Tras años de reclamaciones y litigios, sentencias a partir del año 2014 obligaron a indemnizar a los afectados. Estos fallos judiciales incidían, precisamente, en la “enorme delicadeza del terreno” de la zona y revelaban la existencia de estudios del Institut Gològic i Cartogràfic de Catalunya (ICGC) que, en el año 1997, advertían ya sobre “los movimientos de masas que afectan al municipio”.