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TRIBUNALES JUICIO

La apuñalada en Alfarràs “también habría muerto sin asistencia”

Los forenses declaran que ella y su padre, asesinado, presentaban 71 navajazos || Dos testigos vieron salir a Josep Sopena del portal con las manos ensangrentadas

Vista del acusado en el primer día del juicio que se está celebrando en la Audiencia de Lleida.

Vista del acusado en el primer día del juicio que se está celebrando en la Audiencia de Lleida.ÒSCAR MIRÓN

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Un total de 71 puñaladas repartidas por todo el cuerpo. Estas fueron las lesiones que presentaban Aquilino Rubio y su hija Elena tras ser acuchillados en su piso de Alfarràs. Dos peritos forenses declararon ayer en el juicio en la Audiencia de Lleida contra Josep Sopena que el fallecido tenía 48 heridas incisas e intentó defenderse. Según el relato de la autopsia, la víctima presentaba además varias contusiones y tras ser atacada, caminó pisando la sangre hasta caer desplomado en el suelo, momento en que siguió siendo apuñalado por la espalda. De todas las cuchilladas, al menos cinco fueron penetrantes y una de ellas perforó uno de los pulmones de la víctima. “Teniendo en cuenta que todas las puñaladas las recibió en vida, es evidente que la agonía existió”, señaló una de las forenses.

Sobre las heridas que presentaba Elena Rubio, representada por el abogado Xavier Prats, las peritos manifestaron que tiene 24 cicatrices y que las secuelas que arrastra son un gran perjuicio estético y un trastorno de estrés postraumático. La joven también presentaba heridas de defensa y puñaladas de consideración en la espalda, con un pulmón perforado. “Ella pudo pedir ayuda y los sanitarios llegaron a tiempo. Sin asistencia médica, también habría muerto”, afirmaron. En la sesión de ayer, los miembros del jurado popular también pudieron escuchar los testimonios de las personas que llamaron al 112 tras los hechos. Una de las testigos señaló que estaba en el sofá cuando oyó gritos de alguien pidiendo auxilio. “Salí a ver y en el balcón de delante del mío vio a una chica totalmente ensangrentada y pidiendo ayuda. Estuvimos hablando con ella hasta que finalmente se desplomó en el suelo”, declaró. Esta testigo, igual que hizo su pareja, afirmó que vio salir al acusado, defendido por Carles López, del portal de la vivienda de las víctimas y que llevaba las “manos ensangrentadas y un botellín de cerveza”. También declaró el novio de la mujer atacada, que negó que el padre de esta, con quien vivían, traficara con drogas, así como el padre del acusado. Este señaló que su hijo, tras los hechos, llegó normal a casa y que, tras cambiarse de ropa, se sentó con él en el sofá. “No nos enteramos de nada hasta que vinieron los Mossos a llevárselo”, señaló.

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