SEGRE

TRIBUNALES JUICIO

Los Mossos vieron los abusos de un octogenario a una niña en Bellvís

Declaran que la canguro de la pequeña hacía vigilancia para que no descubrieran al agresor || El anciano es inimputable y a la mujer le piden 6 años de prisión

El juicio se celebró ayer en la Auidencia y la acusada declaró por videoconferencia desde Rumanía.

El juicio se celebró ayer en la Auidencia y la acusada declaró por videoconferencia desde Rumanía.LAURA CORTÉS/ACN

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“Llevo 25 años de carrera profesional y es una de las cosas más asquerosas que he visto en directo”. De esta forma describió un sargento de los Mossos d’Esquadra ante la Audiencia de Lleida cómo vio los supuestos abusos sexuales que un octogenario hacía a una niña de seis años en la terraza de un bar de Bellvís en marzo de 2015. Él y otro mosso aseguraron que observaron cómo la canguro de la menor vigilaba los alrededores para que el agresor no fuera descubierto.

La Audiencia de Lleida juzgó ayer a la canguro pero no al anciano, de 87 años, después de que este fuera declarado inimputable por su estado mental. Hace justo un mes el hombre compareció ante el tribunal pero la vista oral se suspendió ante sus desconcertantes respuestas. La acusada, que negó los hechos, declaró por videoconferencia desde un juzgado de Rumanía. Se enfrenta a una petición de seis años de prisión y otros ocho años de libertad vigilada como presunta autora de un delito continuado de abusos sexuales a menores como cooperadora necesaria.

El caso se destapó después de que una vecina del pueblo observara una “actitud inapropiada” del anciano hacia la menor. Se lo comentó a una amiga, que lo corroboró y lo explicó a su pareja, un agente de los Mossos. Al día siguiente, el policía y su mujer presenciaron los tocamientos. “La agarraba por las nalgas, la apretaba contra sus genitales y le daba besos en la boca”, explicó el policía, que añadió que “daba dinero a la niña que, posteriormente, pasaba las monedas a la mujer”. Al día siguiente, un sargento y un agente se desplazaron hasta el lugar. Lo hicieron con un vehículo no logotipado y pudieron fotografiar la escena. “Era como un ritual y la cuidadora era plenamente consciente de lo que pasaba. Cuando una mujer se dirigió al bar, indicó al agresor que parara para luego continuar”. Fue la última vez que presuntamente el anciano abusó de la pequeña. El sargento explicó que “no tuvimos ningún género de duda de que nos encontrábamos ante un caso de abusos. Salimos del coche y les detuvimos”. Para las acusaciones eran “actos libidinosos”. Para la defensa, que pide la absolución, solo eran de afecto.

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