Tres años y un día de prisión y otros cinco años de libertad vigilada por dejar que abusaran sexualmente de la niña de seis años a la que cuidaba en Bellvís. Esta es la pena que ha impuesto la Audiencia de Lleida a una mujer que fue juzgada el pasado 11 marzo como cómplice de un delito de abusos sexuales a menores. El autor de los abusos, un anciano de 87 años, no fue juzgado por su deterioro cognitivo (ver desglose). El tribunal determina que “la acusada ha servido de instrumento que ha facilitado la comisión de un delito por parte de un tercero”. La mujer, de nacionalidad rumana, lo negó y su abogado pidió la absolución.
Los abusos se cometieron en marzo de 2015 en la terraza de un bar de Bellvís. Los Mossos d’Esquadra los observaron en directo después de que una vecina detectara días antes una “actitud inapropiada” del anciano hacia la menor. Se lo comentó a una amiga, que lo corroboró y lo explicó a su pareja, un agente de la policía catalana. Al día siguiente, los agentes presenciaron la escena. “La agarraba por las nalgas, la apretaba contra sus genitales y le daba besos en la boca”, explicó un mosso, que añadió que “daba dinero a la niña que, posteriormente, pasaba las monedas a la mujer”. Al día siguiente, un sargento y un policía de investigación se desplazaron hasta el lugar. “Llevo 25 años de carrera profesional y es una de las cosas más asquerosas que he visto en directo”, declaró el sargento ante el tribunal. Incluso aportaron un informe fotográfico y aseguraron que la mujer vigilaba para que el pederasta no fuera descubierto.
La Fiscalía y la Generalitat, que ejercía la acusación particular, solicitaban una condena de seis años. La sentencia no es firme y puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo. Deberá determinarse la situación procesal de la mujer, que declaró por videoconferencia desde un juzgado de Rumanía. Hay varios escenarios, desde que ingrese en prisión allí o se pida su traslado a España.