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Lleida ha ganado superficie forestal durante décadas, pero es más vulnerable al fuego

Lleida ha ganado superficie forestal durante décadas, pero es más vulnerable al fuego || Al perderse actividades humanas que durante generaciones han contribuido a hacerlos más resistentes

En el municipio de Artesa de Segre

Incendio forestal en Baldomar

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Los bosques han ganado terreno en las comarcas leridanas a lo largo de las últimas décadas y ahora se extienden en suelo que en su día ocuparon pastos y tierras de cultivo. El abandono de fincas agrícolas y el declive de la ganadería extensiva han propiciado este crecimiento continuado de la superficie forestal. Sin embargo, los nuevos bosques tienen una vegetación más densa, débil y uniforme que los del siglo pasado.

Esto los hace más vulnerables al fuego, especialmente en periodos de calor intenso como el de esta semana. Todos estos factores se dan en los grandes incendios que asolan la Noguera y el Solsonès desde el miércoles. “Lo que está sucediendo era algo predictible”, afirma Víctor Resco, profesor de Ingeniería Forestal de la Universitat de Lleida (UdL).

Resco atribuye en parte la proliferación de incendios a la ausencia de intervención humana en los bosques. “En Europa lo natural es que las personas formen parte del ecosistema forestal”, dijo, y argumentó que el aprovechamiento tradicional de los recursos forestales, la agricultura y la ganadería han contribuido durante generaciones a diversificar el paisaje de los bosques y a reducir su vegetación, lo que los hace más resistentes al fuego. Esto contrasta con el aspecto que presentan los bosques que crecen sin intervención humana.

“El agua de la lluvia se reparte entre un volumen mayor de vegetación, lo que la hace más débil”, explica Resco. La sequedad de esta materia vegetal se acentúa en periodos de fuerte calor, en los que el riesgo de incendios crece de forma exponencial con cada grado que sube la temperatura. Todo ello se ha dado esta semana en Lleida, precisamente cuando se cumplen cinco años después de que Portugal sufriera el primero de los llamados incendios “sexta generación” en la Península Ibérica por su rápida propagación.

El fuego que se inició el 17 de junio de 2017 en mitad de una ola de calor devastó grandes extensiones de terrenos y provocó la muerte de más de sesenta personas antes de ser sofocado, una semana después. Resco considera necesario mitigar el cambio climático y poner en marcha nuevas medidas de gestión forestal para reducir el riesgo de grandes incendios.

Ganaderos retrasan la trashumancia al faltar pastos

Ganaderos de las comarcas del Pirineo están retrasando la trashumancia debido a la falta de lluvias y a las altas temperaturas (ayer en Sort los termómetros marcaron casi 40 grados). Fuentes del sector en el Pallars Sobirà aseguraron ayer que esta es una situación generalizada y destacaron que la sequía ha provocado que haya falta de pastos en las montañas a las que trasladan a sus animales para que pasen los meses de verano. Por ejemplo, un ganadero de Roní, en el municipio de Rialp, trasladó el miércoles a su rebaño de vacas hasta la montaña de Llessui. Lo hizo aproximadamente quince días después de lo que estaba previsto como consecuencia del calor que se registra desde hace unas semanas, informa E. Aldana.

«La gestión de los bosques es necesaria»

Víctor Resco, profesor de ingeniería forestal en la UdL, considera necesaria una correcta gestión forestal para evitar grandes incendios. Para ello plantea potenciar la madera como material de construcción, en un momento en que aumenta el interés por ella gracias a sus cualidades de aislamiento térmico y acústico. También sugiere impulsar el consumo de biomasa forestal como combustible en sustitución del gas o el gasóleo. Asimismo, recalca la necesidad de acciones que contribuyan a mitigar el cambio climático. Al margen de estas propuestas, ha habido otras iniciativas para revitalizar la gestión forestal. La Alta Ribagorça puso en marcha años atrás pruebas para recuperar pastos a través de quemas controladas. Es algo que ahora plantea también el Conselh d’Aran, a través de su “plan estratégico de gestión sostenible de régimen del fuego”.

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