El Museu, otra vez ante el juez

El Museu de Lleida, Diocesà i Comarcal volverá de nuevo a visitar una sede judicial. Si ningún recurso de última hora lo evita, será el próximo jueves en los juzgados de primera instancia de Barbastro. Será la vista oral de la demanda presentada en febrero del año pasado por el obispado de Barbastro-Monzón contra el Consorci del Museu y también contra la diócesis leridana para reclamar 111 obras de arte del Diocesà originarias de parroquias de la Franja. De hecho, el mes que viene se cumplirán 21 años ya de la reclamación oficial de estas piezas, pero hasta ahora siempre se había producido en el ámbito eclesiástico. En este sentido, la Iglesia siempre ha tratado de solucionar de forma interna este ‘problema’ surgido a raíz de la segregación entre 1995 y 1998 de las parroquias aragonesas que formaban parte de la antigua diócesis de Lleida. Sin embargo, el ‘éxito’ que supuso para los intereses aragoneses el litigio de Sigena, aún sin sentencia firme pero con las piezas exhibidas desde principios del año pasado en el monasterio como si de un ‘trofeo’ se tratara, empujó al actual obispo de Barbastro, Ángel Pérez, a acudir a la vía civil para probar suerte después de que la vía eclesiástica a través de las instancias administrativas del Vaticano se haya mostrado inoperante.

Unos meses antes del polémico traslado del arte de Sigena, con Guardia Civil de ‘visita’ en el Museu, el obispo de Lleida, Salvador Giménez, mantuvo una reunión ‘secreta’ en mayo de 2017 con su homólogo de Barbastro, que acabó sin éxito igual como las celebradas entre anteriores prelados. En noviembre de aquel año, en el juzgado número 3 de Lleida también fracasó un acto de conciliación entre las dos diócesis, que apenas duró diez minutos, lo que acabó precipitando la decisión del obispo aragonés de presentar la demanda. Las posiciones se mantienen enrocadas desde siempre, a pesar incluso de los cambios de titulares en instituciones y diócesis: desde Aragón se reclaman unas obras que hace 21 años el entonces nuncio Lajos Kada estableció que estaban en depósito en el Museu Diocesà de Lleida mientras no se demostrara lo contrario; desde Lleida se plantan esgrimiendo que el arte llegó al Museu de forma legítima y que la colección está protegida por la ley de Patrimonio de Catalunya.