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FÚTBOL ENTREVISTA

«Es el año del Lleida»

Antoni Gausí. Uno de los jugadores que consiguió el ascenso con el Lleida a Primera en 1950 habla con SEGRE de su etapa como futbolista y presidente, cómo era el fútbol en aquella época y la situación actual del Lleida Esportiu

Antoni Gausí: «Es el año del Lleida»

Antoni Gausí: «Es el año del Lleida»

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Hablar de Antoni Gausí es hablar de historia viva del Lleida. Junto a otros diez héroes formó el equipo del primer ascenso de la Unión Deportiva Lérida a Primera para fichar por el Real Madrid, que empezaba a montar un equipo de leyenda con Alfredo Di Stéfano como figura. Poco duró su aventura en Chamartín, la mili se encargó de que jugara poco para finalmente recalar en el Celta, donde mostró su mejor fútbol. Charlamos con él sobre el fútbol de antes y el de ahora y de las aspiraciones de un Lleida Esportiu que ha empezado con buen pie esta temporada. Mucho le falta al equipo para compararse con el once en el que estaba Gausí, pero como dice el propio exjugador y expresidente del club “el primer paso siempre es el más difícil”.

Usted jugó en el Lleida, Madrid, Celta, Zaragoza y Levante. ¿Qué diferencias ve entre los futbolistas de su época y los actuales?

En términos de fútbol, tampoco ha cambiado tanto: los equipos, los sistemas y estrategias de juego, el trato con la prensa… no se podría hablar de cambio radical. En nuestra época había buenos sueldos por el momento en el que estábamos, pero muy alejados a los de los futbolistas de hoy en día. Es difícil comparar dos épocas tan diferentes. Antes, fichar a un buen jugador te podía costar 600.000 pesetas, ahora esto está por las nubes.

¿Qué estatus tenían los futbolistas en su época de jugador?

El estatus siempre lo han tenido los futbolistas, dependía mucho del equipo en el que jugabas pero sí que tenías un cierto reconocimiento. Pero nosotros éramos más normales, no éramos tan engreídos como ahora. Ahora hay una prepotencia que no viene a cuento. Que salgan de los estadios y que ni hagan caso a los aficionados ni a los niños que están esperando para verlos está mal. Antes era distinto, había más unión entre jugadores y aficionados.

Su mejor etapa como jugador fue en el Celta de Vigo. ¿Mantiene algún vínculo o contacto con el equipo gallego?

Con el club, como institución, mucho. Con los presidentes, directivos y jugadores de entonces ya nada, porque o se fueron o murieron. Pero por ejemplo, con el Real Madrid, en el centenario del club nos invitaron al Bernabéu, nos pagaron el desplazamiento y asistimos a todos los actos. Todavía seguimos manteniendo contacto.

¿Por qué en el Madrid solo llegó a jugar un partido pese a estar dos temporadas?

Cuando me fui al Madrid estaba en las milicias universitarias. Me costó jugar en el equipo porque estuve seis meses haciendo las prácticas de alférez y apenas tuve tiempo para estar con el equipo y jugar algún partido. Por culpa de las prácticas perdí mucho tiempo y me reincorporé al equipo cuando ya estaba la competición muy rodada.

Cuándo dejó las filas del Zaragoza, rechazó fichar por el Barcelona en favor del Levante diciendo que “con 30 años a qué fin voy a fichar por el Barcelona”. ¿Por qué tomó esa decisión?

En aquel momento, tanto Barcelona como Levante estaban interesados en mí. Entonces, por una serie de circunstancias pensé que me interesaba más fichar por el Levante por el buen sueldo que me ofrecían pese a estar en Segunda División. Al final fue casi una cuestión lógica: tenía treinta años y dos equipos interesados, el Barcelona donde sabía que con 30 años no tendría regularidad o el Levante, que me ofrecían un mejor sueldo estando en Segunda y garantizándome un sitio en el once. Si hubiera llegado la oferta del Barça antes de fichar por el Zaragoza… Pues igual me lo habría pensado. Me aceptaron todo lo que les pedía y, como sabía que sería prescindible en el Barcelona, me decanté por el Levante.

Usted debutó y volvió al Lleida. ¿Casualidad o quería que fuera así?

Cuando estaba en el Celta, el Lleida ya me propuso volver cuando acabara mi etapa allí, cosa que para mí ya me iba bien, sabía que mientras mantuviera el contacto con el club me podría ir bien. Así, cuando acabé las dos temporadas en el Levante me vinieron a buscar los de Lleida para ser directivo.

Usted fue directivo y presidente del Lleida durante varias etapas. ¿Cómo valora la situación del Lleida Esportiu ahora mismo?

Por razones de salud, ya no lo estoy siguiendo tanto como querría. Como ahora mismo no conozco mucho la situación interna del club prefiero no pronunciarme. Soy socio y cuando hace buen tiempo intento ir al campo. Yo de mi época como presidente y en la directiva destaco que éramos todos una piña, directiva, jugadores, afición. Estábamos muy unidos. Guardo un gran recuerdo de esa época.

¿Qué cree que debería hacerse para que la ciudad volviera a llenar el estadio?

Si funciona el equipo, la gente va al campo. Si tuviéramos la suerte de ascender a Segunda A, se notaría, la gente se involucraría y el campo volvería a llenarse. El primer paso es muy difícil y cuesta mucho volver a relanzar un equipo. Se debe trabajar día a día.

Hace dos años el Lleida se quedó a las puertas del ascenso a Segunda A. ¿Este año irá la vencida?

Sí. Este año podría ser un buen punto de inflexión, un punto de partida que puede ser el inicio de algo muy bonito.

¿Se arrepiente de alguna decisión como futbolista?

En lo que quizás tuve mala suerte fue el coincidir con las milicias y el Madrid. Además, cuando estaba en el Celta en mi mejor etapa iba a ir a la selección, pero una gripe me impidió ir. Pasó el tren y por una gripe no lo pude coger. Recuerdo que uno de los entrenadores que tuve en el Celta, el argentino Alejandro Scopelli, hizo una formación específica para aprovechar mi esprint, saliendo desde el medio y corriendo por la banda. Se llamaba “táctica Scopelli”, pero podía haberse llamado “táctica Gausí”.

¿Entre los muchos partidos que jugó, recuerda algún “pique” con algún jugador importante?

Recuerdo un partido que jugamos en Vigo contra el Madrid, en el que ganamos 2-1, que empecé jugando de extremo. Se lesionó nuestro lateral derecho y tuve que retrasar mi posición. No solo me tocó defender, sino que además también subía arriba para atacar y centrarla. Cuando fuimos invitados al centenario del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano se acercó y le dije “¿te acuerdas de mí?” y Di Stéfano dijo “¡oh, sí, claro, eras muy pesado!” porque me tocó defenderlo y creo que acabó un poco hasta el gorro de mí.

¿Y alguna mala experiencia?

Cuando jugaba en el Zaragoza, jugamos tan mal un partido, que el periódico tituló: ¡Hasta el león del escudo se sonrojó!

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