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Leo Messi y Andrés Iniesta festejan el tanto que el manchego firmó en lo que puede ser su última final con la camiseta del Barça.

Leo Messi y Andrés Iniesta festejan el tanto que el manchego firmó en lo que puede ser su última final con la camiseta del Barça.EFE

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El Barça, guiado por un espectacular Andrés Iniesta, recuperó ayer la excelencia y desarboló (0-5) a un Sevilla irreconocible para revalidar el título y conquistar su trigésima Copa del Rey, la cuarta consecutiva, sexta en diez años e igualando la mayor goleada de la historia desde hace más de un siglo. El anterior precedente data de 1915, cuando el Athletic Club goleó 5-0 al Espanyol.

Apareció en la primera final del Wanda Metropolitano la mejor versión del conjunto de Ernesto Valverde, muy distinta a la que le costó la eliminación de la Champions en Roma, y no tuvo rival, porque los hombres de Vincenzo Montella plantearon muy poca oposición. Aquella derrota en el Olímpico romano obligaba al Barça a tratar de paliar la tremenda decepción con el doblete. La primera parte del ‘trato’ ya la tiene en el bolsillo, la segunda, la Liga, llegará en los próximos días.

Lo logró con rotundidad y hasta con una lección de fútbol más que notable ante la que el cuadro andaluz poco o nada pudo rebatir. La concentración con la que salió el Barcelona, el esfuerzo por la presión y la recuperación rápida del balón, anunció lo que iba a ocurrir. Los de Valverde, liderados por un magnífico Iniesta y por la magia de Leo Messi, fueron un huracán que asoló la línea de flotación del conjunto sevillista, constantemente desbordado.

Para colmo de males del cuadro andaluz, su línea defensiva adelantada no funcionó, tanto que un balón largo del meta Cillessen fue para Coutinho, que se marchó hasta casi la línea de fondo y le puso en bandeja el balón a Luis Suárez, que abrió la cuenta a puerta vacía. Fue un cúmulo de despropósitos para los sevillistas y el inicio perfecto para un Barça que, pese al intento de reacción por medio únicamente de Navas, cabalgó hacia un nuevo título de forma indiscutible. Dejó sentenciada la final antes del intermedio. El festival encontró el premio de los goles de Messi, tras recibir de tacón de Jordi Alba, y de nuevo de Luis Suárez, que se desquitó de la mala fortuna que había tenido el año pasado, que no la pudo jugar por sanción.

Entre Iniesta y Messi se bastaban para guiar, con su fútbol de seda y con su precisión, a un equipo que no encontraba respuesta, en el que jugadores clave en la medular como Banega o Nzonzi no aparecían y sin su referencia el barco iba a la deriva. Aunque Montella buscó en el descanso la solución de Sandro en lugar de Correa estaba claro que ya la historia sería saber hasta cuánto quería llegar el Barça, que pese a bajar el pistón encontró todas las facilidades del mundo. Iniesta coronó, a pase de Messi y tras regatear a Soria, su obra de arte. La afición culé, con casi toda la segunda parte por delante, pudo corear el ‘campeones’ sin temor a ninguna duda.

La más de media hora que quedaba por delante era una auténtica pesadilla para el Sevilla y tiempo de sobra para que el Barça pudiera gustarse y lograr un marcador histórico. Sin forzar, dispuso de ocasiones para conseguirlo, pero ya daba igual. El fútbol lo había recuperado y el título estaba ya garantizado. Sandro tuvo su ocasión para salvar parte del mancillado orgullo hispalense, ese que mantuvo su infatigable afición con sus cánticos en los peores momentos, cantando el himno del Arrebato cuando Coutinho, a los 69 minutos, firmaba el 0-5 de penalti.

Esta final puede hacer un daño tremendo al Sevilla, que aún tiene que luchar por entrar en la Liga Europa, tanto como bien al Barcelona para mitigar los males europeos. Lo mejor del último tramo fue la ovación que recibió de parte de ambas aficiones Iniesta, todo un símbolo del fútbol azulgrana, español e internacional, cuando fue sustituido tras asegurar su trigésimo primer título, tantos como Messi. Sus lágrimas fueron de despedida.

Messi iguala el récord de hace 68 años de Zarra Messi igualó ayer un récord de hace 68 años del mítico Telmo Zarra que, hasta la fecha, era el único que había marcado en cinco finales de Copa (1942-1943-1944-1945-1950). Messi superó a Samitier y Lazcano, que marcaron en cuatro finales. Leo goleó en las tres finales ante el Athletic (2009, 2012 y 2015) y el año pasado ante el Alavés (2017). No pudo hacerlo contra el Madrid (2011 y 2014) y Sevilla (2016).

Leo Messi y Andrés Iniesta festejan el tanto que el manchego firmó en lo que puede ser su última final con la camiseta del Barça.

Leo Messi y Andrés Iniesta festejan el tanto que el manchego firmó en lo que puede ser su última final con la camiseta del Barça.EFE

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