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Cientos de leridanos toman las calles de Lleida para animar a los ciclistas en los últimos kilómetros de la decimoctava etapa || Triunfo del belga Wallays, con Yates como líder

Los balcones, sitios privilegiados para seguir la Vuelta.

Los balcones, sitios privilegiados para seguir la Vuelta.MAGDALENA ALTISENT

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Lleida se convirtió ayer en el punto de atención del ciclismo mundial con la llegada de la decimoctava etapa de la Vuelta a España y los aficionados no defraudaron, demostrando su pasión por un deporte que en 2004 dio las dos primeras medallas olímpicas de su historia a la ciudad gracias a la velocidad de Sergi Escobar. Desde primera hora de la mañana, la avenida Prat de la Riba se convirtió en un hervidero de actividad para dar cabida a una infraestructura gigantesca que asombró desde los más veteranos a los más pequeños, con camiones, pantallas y paradas de souvenirs para los más sibaritas. Gorras, maillots y hasta calcetines para emular a sus ídolos, que ayer afrontaban unos 186 kilómetros totalmente llanos desde la localidad aragonesa de Ejea de los Caballeros.

A medida que se acercaba la hora prevista de los ciclistas, los espacios en las vallas publicitarias cercanas a la meta fueron escaseando y comenzaron a verse las primeras banderas de aficionados, con especial protagonismo para Colombia, una de las aficiones más fieles a la cita en la meta de Lleida. También fueron apareciendo tímidamente rojigualdas y esteladas, esperando a la caravana publicitaria, que terminó de caldear el ambiente. Centenares de banderolas, gorras y camisetas de patrocinadores oficiales de la Vuelta y la multitud más que lista para recibir al pelotón, que encaraba entonces Binéfar.

La afición colombiana fue fiel a su cita en Lleida y volvió a ser la más colorida y numerosa en la llegada

Las esteladas aparecieron cuando llegaban los ciclistas, al grito de “Llibertat presos polítics”

La mayoría de los aficionados que se agolpaban en las vallas se confesaban apasionados y practicantes del ciclismo, como Sindi, que admitió que “hace unos días estuve haciendo el mismo recorrido que ellos en Asturias” y que es un fan de la BTT. Fede esperaba pacientemente con una niña sobre sus hombros y dijo que estaba “muy contento de poder ver eventos de este nivel en mi ciudad, es positivo”. Y Daniela admitió que le costaba entender cómo Lleida no tenía más llegadas de etapa y que “es toda una sorpresa poder seguir una ronda ciclista porque somos muy aficionados al deporte”.

A medida que el speaker de la Vuelta iba anunciando los kilómetros que restaban, los nervios y la multitud fueron en aumento. Prat de la Riba estaba totalmente colapsado, con aficionados situados a metros de la línea de llegada para poder ver un más que probable esprint. Los altavoces anunciaron que los tres escapados cruzaban Torrefarrera y los móviles comenzaron a aparecer, era el momento de inmortalizar el emocionante final de etapa, que se preveía más que apretado. Fue el momento que eligieron miembros de los CDR para sacar sus esteladas y pancartas para pedir la libertad de los independentistas presos, lo que incomodó a algún miembro de la organización. Al grito de ‘Llibertat presos polítics!’ dieron la bienvenida a los primeros ciclistas, entre los que destacó el belga Jelle Wallays, que sorprendió a todos los esprinters y cruzó la línea de meta soltando un sonoro grito de alegría. El ciclista de 29 años sacó oro de la fuga que compartió todo el día con el noruego Sven Erik Bystrom, segundo en meta, y el holandés Jetse Bol, descolgado antes del esprint. Una victoria con intriga y emoción hasta el último centímetro, pues el pelotón se le echó encima de Wallays sobre la misma meta, donde el triple campeón mundial Peter Sagan y el italiano Elia Viviani tenían pensado levantar los brazos y hacer efectiva una jornada de transición propicia para ellos. Ambos se quedaron con las ganas, pues el belga se coló en la fiesta y se antepuso tirando de fe y sin apenas fuerzas, pero las suficientes para cumplir su sueño de estrenarse en una grande. Y lo hizo en Lleida, que comienza a ser una meta especial para los ciclistas del noroeste de Europa, ya que en 2015 se impuso el holandés Danny van Poppel. Ayer rozó el doblete y fue sexto.

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