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Coutinho conduce el balón ante la marca de Vrsaljko.

Coutinho conduce el balón ante la marca de Vrsaljko.EFE

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El Barça se aseguró el billete para los octavos de final de la Liga de Campeones con dos jornadas de antelación, pese a ceder un empate (1-1) ayer en su visita al campo del Inter de Milán. No se la jugó Valverde, que no quiso correr riesgos con Messi y lo dejó en la grada. El Barça tenía tres match ball para quedar primero de grupo. Si fallaba en el Giuseppe Meazza, quedaban otras dos opciones.Finalmente los azulgranas se llevaron un punto que les asegura estar en octavos, ya que, aun perdiendo los dos partidos que quedan y que se produjera un triple empate con Inter y Totthenham, el balance particular entre los tres beneficiaría a los de Valverde.

Faltó el acierto en el Barça en una gran primera parte de los azulgranas, con incontables ocasiones de peligro despejadas por el muro que fue el guardameta esloveno Samir Handanovic. Un desatino en el remate que hizo que el Inter, con el gol de Icardi en el único remate de peligro entre palos, salvara ese punto. Esta vez el Barça no pudo ganar sin su capitán, que finalmente no estuvo ni en el banquillo al no estar totalmente recuperado de su lesión en el brazo. Y eso que, con el gol de Malcom en el minuto 83, en el debut del brasileño en la Champions, parecía que el equipo de Ernesto Valverde seguiría con la racha triunfal sin el ‘10’.

Malcom, que apenas contaba para Valverde, marcó su primer gol a los dos minutos de entrar

El técnico extremeño aseguró en la rueda de prensa de la víspera que no iba a “correr ningún riesgo” con Messi y finalmente decidió descartarle, apostando por un 4-3-3, con Dembelé formando el tridente junto a Luis Suárez y Coutinho, ex del Inter. Con ese dibujo, el Barcelona tomó el mando de la posesión desde el comienzo y obligó al cuadro italiano a encerrarse en su mitad de campo y a correr mucho. Una clave táctica ya vista en el choque del Camp Nou y que los milaneses no consiguieron contrarrestar tampoco en su feudo.

El juego a dos toques de Sergi Busquets y Rakitic hacía daño al conjunto de Luciano Spalletti en el centro del campo y abría el camino para que el tridente ofensivo asustara repetidamente a Handanovic. El primer aviso llegó en el minuto 2 y llevó la firma de Dembelé, con un disparo con efecto con la zurda que fue despejado por el portero, mientras que diez minutos después fue Suárez quien perdonó una buena oportunidad al enviar el balón alto tras un buen regate ante De Vrij.

El Inter estuvo muy en apuros en fase de salida de balón y sus mayores llegadas ofensivas fueron encabezadas por unas acciones de fuerza y velocidad de Politano y, sobre todo, del croata Ivan Perisic, quien ofreció al ghanés Asamoah un perfecto centro raso al suelo que, sin embargo, el lateral no aprovechó al rematar alto.

De allí, la primera mitad estuvo casi completamente teñida de azulgrana. En el 22, Suárez rozó un gol espectacular con una acrobática vaselina con el exterior de la pierna derecha que terminó fuera por poco. El mismo delantero charrúa volvió a acercarse al gol en el 41 con un derechazo que Handanovic rechazó.

Necesitaba carácter y lucidez el Inter para contrarrestar el poderío técnico del Barcelona, pero el comienzo de la segunda parte registró las mismas dificultades ante la intensa presión practicada por los de Valverde. El equipo de Spalletti cometía graves errores en zona defensiva, en gran parte por la asfixiante presión de los barcelonistas, y Suárez y Coutinho volvieron a ser peligrosos en la zona de un Handanovic que fue de nuevo determinante para mantener la igualdad ante el brasileño primero (m.53) y sobre todo ante Rakitic, al negarle el gol tras un contragolpe organizado junto a un incansable Suárez (m.60). El uruguayo intentó batir al meta de todas las maneras posibles. Desde lejos, de cerca, de chut potente y hasta de vaselina, pero ayer no fue su noche.

La prestación sobresaliente del portero esloveno y la imprecisión ofensiva del Inter en sus pocas llegadas acompañaba el encuentro hacia el tramo final con una igualdad aún estable, pero todo cambiaría en los últimos diez minutos. Valverde dio paso en el 81 a Malcom por Dembelé y el joven brasileño, que apenas había disputado 79 minutos en los últimos ocho partidos del Barcelona (todos contra la Cultural Leonesa en la Copa del Rey), tardó 120 segundos en adelantar al Barcelona. Recibió una asistencia de su compatriota Coutinho, controló el balón en el área y definió con la pierna izquierda para celebrar su primer gol oficial con la camiseta del Barça. Tras marcar, se fue al córner con las manos en la cara para esconder las lágrimas, de alegría, emoción y quién sabe de qué más.

Recurso efectivo el que se sacó Ernesto Valverde, que podría tener a Malcom más en cuenta para futuros compromisos. También había entrado, previamente, Arturo Vidal al campo en lugar de un Arthur agotado tras un buen trabajo en la creación y también en defensa. Sin embargo, la alegría azulgrana solo duró cuatro minutos, porque en el 87 Icardi, que hasta ese momento no había logrado ser peligroso, llegó primero en un balón suelto en el área de penalti y se lo acomodó para superar a Ter Stegen y salvar un punto de gran importancia anímica para el Inter, que le mantiene en la lucha por la primera posición.

El 1-1 final decretó el pase a octavos del conjunto de Valverde por decimoquinta temporada consecutiva, mientras que los milaneses todavía deberán ganarse una plaza en la siguiente ronda, ya que el Tottenham remontó y ganó 2-1 en casa contra el PSV para colocarse a tres puntos de la segunda plaza.

Coutinho conduce el balón ante la marca de Vrsaljko.

Coutinho conduce el balón ante la marca de Vrsaljko.EFE

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