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Aleix Porras, con niños monjes de un monasterio budista en Katmandú, donde estuvo en verano.

Aleix Porras, con niños monjes de un monasterio budista en Katmandú, donde estuvo en verano.SEGRE

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La solidaridad y la disciplina guían sus pasos aunque apenas le dejen un día libre a la semana. El leridano Aleix Porras Cantons (11-9-1999), una de las grandes promesas del atletismo español, se organiza entre sus estudios de administración de empresas, los entrenamientos y las competiciones para mostrar su cara más solidaria. En silencio, sin hacer ruido va a la prisión de Lleida y ayuda a presos a hacer deporte, colabora con Cruz Roja con niños inmigrantes de primera acogida, lidera un proyecto para hacer una escuela deportiva en Gambia a través de Alpicat Solidari y el pasado verano dio clases de inglés a niños de 4 a 14 años en un monasterio budista de Katmandú, en Nepal.

El recordman juvenil europeo de los 400 metros vallas comenzó su actividad frenética solidaria hace un año. “Llevaba mucho tiempo con la idea de hacer voluntariado internacional. Hablé el año pasado con una empresa que me puso en contacto con una ONG de Nepal y estuve en verano tres semanas en un internado de niños monjes budistas. Les di clases de inglés, jugué con ellos e intercambiamos aspectos de dos culturas tan diferentes. Fue una experiencia muy enriquecedora que quiero repetir y si puede ser cambiando de lugares”, explica el atleta de Alpicat.

Antes ya de irse al Nepal había contactado con los responsables de la prisión de Lleida porque quería colaborar con los internos. Le costó seis meses de trámites y gestiones hasta poder acceder al centro penitenciario gracias a la intercesión de la orden de los Mercedarios. Desde noviembre va todos los martes a practicar ejercicio físico con los que quieren hacer deporte de forma voluntaria. “El deporte les ayuda a desconectar. Uno me decía: ‘hago todo el ejercicio que puedo porque así llego rendido a la cama por la noche, me duermo enseguida y ya no pienso en mi situación’. Realmente esta experiencia que estoy viviendo me hace entender muchas situaciones de la vida y me da, en algunos casos, una imagen muy diferente de los presos de la que tenemos estereotipada”.

Otra buena parte de su tiempo la dedica desde hace dos meses a enseñar castellano a niños inmigrantes de primera acogida en la Cruz Roja. “No están escolarizados y al ser de primera acogida no pueden acceder a un centro. Están en un bucle”.

Aleix Porras, con niños monjes de un monasterio budista en Katmandú, donde estuvo en verano.

Aleix Porras, con niños monjes de un monasterio budista en Katmandú, donde estuvo en verano.SEGRE

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