Trabajadoras históricas de Milsa

“Trabajábamos muchas horas, eran otros tiempos”. Lo hacían de lunes a sábado, e incluso algunos domingos por la mañana. “Nos decían que terminaríamos al mediodía, pero los pollos llegaban cuando llegaban y nuestra jornada se alargaba mucho”. Muchas recuerdan la huelga que organizaron para mejorar su horario. Lo consiguieron. En la memoria de todas ellas quedan grabadas las difíciles condiciones en las que llevaban a cabo su labor. “Ahora los trabajadores están más protegidos. Nuestras condiciones de trabajo eran más duras que las que hay hoy”, dicen. El despiece de los pollos se hacía a cinco grados “y luego, en los meses de verano, a veces salíamos a la calle y estábamos a 38 grados o incluso más. El contraste era muy grande”.

Pese a las duras condiciones en las que trabajaban todos los empleados en fábricas en los años 70 del siglo pasado, estas trabajadoras históricas de Milsa tienen buenos recuerdos porque dicen que eran como una gran familia, sobre todo las extremeñas, que venían en autobuses por seis meses para cubrir vacaciones tras ser “reclutadas” en sus pueblos.

Muchas se casaron con leridanos y a día de hoy siguen viviendo en Lleida con las familias que formaron. “Hacíamos muchas bromas; lo normal entre trabajadores jóvenes”. Recuerdan con cariño las excursiones que organizaban.

Ayer, décadas después de empezar en Milsa, las extrabajadoras se reunieron “en una cena solo para mujeres”. Algunas hacía más de treinta años que no se veían. Tras hacer recapitulación de los momentos vividos, la mayoría dicen que no se arrepienten de haber trabajado en esta empresa y muchas aseguran que si se volvieran a dar las mismas circunstancias, repetirían.