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LABORAL EMPLEO

Lleida solo mejora el nivel de empleo previo a la crisis en el sector servicios

La provincia aún debe recuperar 12.500 puestos de trabajo para volver a la situación de 2008 |

El sector de la construcción es el que comenzó a dar los primeros síntomas de grave crisis en 2018.

El sector de la construcción es el que comenzó a dar los primeros síntomas de grave crisis en 2018.EFE

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Muchos indicadores económicos, empezando por la evolución del Producto Interior Bruto, apuntan a que la última gran crisis económica ya es historia. Pero, al mismo tiempo, el ciudadano de a pie mantiene que buena parte de esa mejoría no ha llegado a los hogares, con unos salarios que no se recuperan, pero también con un nivel de empleo que dista mucho de ser el del año 2008. De hecho, en Lleida solo hay un sector económico que se puede decir que, al menos a la hora de recontar los puestos de trabajo que genera, está mejor que en el fatídico año del estallido de la burbuja inmobiliaria entre otros graves problemas de la economía que forzó a un rescate a buena parte de la banca.

Así lo constatan los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), que elabora trimestralmente en Instituto Nacional de Empleo. Las comarcas de Ponent acabaron el año 2018 con un total de 194.800 ocupados, asimilable a los puestos de trabajo generados por la economía local. Al término de 2008, sin embargo, eran 207.300 personas. Es decir, que la provincia aún debería recuperar 12.500 empleos para hacer tabla rasa y dar por olvidada la recesión en materia de empleo. En estos momentos, la provincia se encuentra algo mejor que a finales de 2009, cuando contaba con 194.700 personas trabajando, según la EPA.

El análisis por sectores desvela que sólo hay uno que haya superado la travesía en el desierto de la crisis con nota y presente hoy mejores resultados si el termómetro son sus trabajadores: los servicios. Al acabar el pasado año daba empleo a 135.500 personas, lo que representa 10.500 más que en lo que muchos consideran el arranque de la crisis. Se confirma de esta manera la terciarización de la economía leridana. Tiene aspectos positivos y por citar alguno destaca el turismo. Lleida ha conseguido ir reduciendo la estacionalidad de su sector. Ponent ya no solo es conocida por la nieve, sino que va ganando público fuera de la temporada invernal. Pero servicios no solo es el turismo, sino la educación, la sanidad o actividades de apoyo a empresas, por poner solo algunos ejemplos que van tomando protagonismo.

lleida

Las heridas de la crisis en las empresas y las plantillas de Lleida se dejan sentir de forma especial en la industria, la construcción y el campo. Las industrias leridanas acabaron el pasado año con unas plantillas totales de 24.300 personas, cuando en las mismas fechas de 2008 el sector había llegado a dar trabajo a 36.400. Es decir, aún sería necesario crear 12.100 empleos para conseguir, tan solo, recuperar niveles precrisis. Todo ello a pesar de que durante estos años se ha repetido una y otra vez por los agentes sociales, patronales y sindicatos, y la Administración la necesidad de que Lleida crezca en industria.

El segundo gran damificado de la crisis es el sector de la construcción. En este caso no parece que sea una sorpresa, si tenemos en cuenta que la primera gran muestra de la gravedad de la crisis llegó con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, que no por alertado por parte de los analistas económicos fue menos dramático. La plantilla de las empresas dedicadas a las obras tenían al acabar el 2008, después de haber comenzado a sufrir serios recortes, 26.600 personas. En el último trimestre de 2018 la construcción apenas da empleo a 16.700 personas en Ponent. Se han quedado por el camino 9.900 puestos de trabajo.

El campo también ha perdido población ocupada. En este caso hay que tener en cuenta que el sector agrario vive su peculiar evolución, con un descenso de profesionales que viene de lejos. En parte se debe a la crisis de precios de algunas actividades, y también a la falta de relevo generacional en unas explotaciones que descienden en número y que crecen en hectáreas, en el caso de las fincas, o en animales, si hablamos de granjas. Lleida acabó 2018 con 18.300 ocupados en el campo, sean dueños de explotaciones o asalariados. En el último trimestre de 2008 eran 18.900. Es decir, ha perdido 600.

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