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La economía que no para ni en el peor momento

Empresas de sectores esenciales, desde las residencias a la alimentación, no han tenido ni un descanso || Se han tenido que adaptar a la nueva situación

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Las medidas para luchar contra la pandemia han paralizado a sectores tan importantes que comienzan a retomar la actividad en las últimas semanas, como el comercio o bares y restaurantes, con mayores o menores restricciones. Pero ha habido otras que no sólo no han visto frenada su actividad, sino que la han visto incluso multiplicada en tiempos de Covid-19 al encontrarse en ámbitos esenciales, y más en estos momentos. Hablamos desde todo lo relacionado con la limpieza a las residencias de mayores, pasando por la alimentación o despachos que atienden a otras compañías dando asesoramiento y servicio laboral. Eso sí, todas, en mayor o menor medida, se han tenido que adaptar a la nueva situación o incluso reinventarse.

Uno de estos casos es el de Ilerda Serveis, una firma distribuidora en el sector de la higiene y limpieza industrial. Su consejero delegado, Marc Cerón, se encontró de la noche a la mañana que el 40% de sus clientes habían cerrado puertas, no hay que olvidar que los centros educativos se encuentran prácticamente paralizados, mientras que comercios o establecimientos hoteleros y hosteleros han estado, si no continúan aún, con sus puertas cerradas. Así que apostó por reforzar su actividad en el campo de las mascarillas, los geles hidroalcohólicos o los guantes, por poner algunos ejemplos. Eran productos que tenían en su oferta habitual pero que se convirtieron en los más buscados en el mercado por todo tipo de cliente, pero en especial por el sector de la geriatría y las firmas des compañías de limpieza, por poner dos ejemplo. “No hicimos ningún expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) entre nuestros 26 trabajadores, adaptamos la empresa al protocolo contra la Covid-19 y todo aquel que pudo pasó a teletrabajar. Nosotros hicimos mucha pedagogía entre los clientes, dándoles información y atendiendo sus consultas”, afirma Cerón. El boca-oreja fue lo que más funcionó y los clientes llegaron a Ilerda Serveis como proveedor de material de protección en un mercado especialmente complicado con problemas de aprovisionamiento y momentos de gran colapso de material en tránsito que provenía de Asia. Con ello, han pasado de perder el 40% de su clientela de un plumazo con la pandemia a que cifras de su balance repunten hoy un 5%.

Muchas compañías se han tenido que adaptar en tiempo récord a un mercado cambiante

Otro ejemplo es el de Servinet, dedicada a la limpieza industrial para empresas, residencias y centros de salud. Su gerente, Josep Junyent, recuerda que cuando vieron las consecuencias del coronavirus en China y en Italia optaron por la necesidad de proveerse y reforzar materiales necesarios para su actividad, como los desinfectantes. También vieron cómo la actividad de muchos de sus clientes se frenaba en seco y la compañía presentó un ERTE parcial para 30 de sus 700 empleados. Se han enfrentado a la lucha contra la transmisión del virus con protocolos que cambiaban a medida que se tenía más información sobre sus vías de propagación. “A finales de marzo se sabía que se transmitía por contacto y reforzamos e incidimos en la limpieza y desinfección de todo elemento susceptible, desde los pomos de las puertas a los grifos, pasando por los teclados de ordenadores”, por poner algún ejemplo”, explica Junyent. Poco después estaban desinfectando residencias, que han sido puntos “calientes” de la Covid-19, además del hospital de Tremp. Todo ello con una plantilla que lógicamente estaba preocupada porque la suya también es una actividad de riesgo a aplaudir como la de los sanitarios. Han trabajado y siguen haciéndolo con equipos diferentes según el tipo de actividad, incluidos los buzos integrales además de mascarillas, gafas o guantes cuando tienen que pulverizar determinados productos o vaporizar superficies.

La agroalimentación es uno de los pilares de la economía de Lleida, pero quizás en momentos como estos es en los que muchas personas han tomado conciencia de ella. Han tenido que afrontar una demanda disparada por parte de los consumidores en las primeras semanas del confinamiento, que se ha ido normalizando a medida que pasaban las semanas. Lo saben bien en el matadero Indelesa de Alcoletge. En un primer momento llegaron a estar saturados de pedidos, mientras en las tiendas y supermercados las estanterías se vaciaban a mayor velocidad de la que se podían reponer. Fuentes de la compañía explican que trabajaron todo lo que pudieron con un repunte de los pedidos que ahora se ha normalizado. Sacrifican vacuno y ovino y explica que el consumo de cordero ha sufrido en esta crisis, aunque el Ramadán que apenas ha concluido lo reactivó.

Todo esto ocurría mientras cientos de empresas de Lleida presentaban los ya tristemente famosos ERTEs y con ello se disparaba la carga de trabajo en asesorías laborales o bufetes. Es el caso del Gabinete Casas que desde marzo se ha visto obligado a “trabajar como nunca”, como explica Borja Solans. En este caso decidieron partir el despacho y que el departamento fiscal pasara a teletrabajar, mientras el laboral ocupaba todo el espacio para poder establecer medidas de seguridad entre sus empleados. Las llamadas de clientes se cuadruplicaron con consultas. Pasaron de un trabajo ordinario en el que la confección de nóminas es lo más habitual, a tramitar expedientes de regulación y más de un despido. En estos dos meses y medio calcula que el volumen de actividad de la rama laboral del gabinete se ha duplicado o incluso triplicado. Pero una vez presentados los ERTE no se acaba todo. Ahora llega la segunda fase de reclamaciones, bien por impagos o bien porque las cantidades abonadas por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) no corresponden con las solicitadas. Solans comprende los problemas del antiguo INEM que no está preparado, como nadie lo ha estado, para una avalancha como la que ha tenido. Así las cosas, afirma que no ha sido un trabajo agradable presentar ERTEs, y menos con tensiones y crispaciones, lógicas por otra parte, cuando los afectados aún esperan recibir las prestaciones.

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