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¿Se ha convertido el selfie en un instrumento de narrativa personal?

Un estudio de la UOC analiza las mil caras del autorretrato en Instagram

El selfie de Ellen DeGeneres el año 2014 en la gala de los Oscars es uno de los más famosos

¿Se ha convertido el selfie en un instrumento de narrativa personal?

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El selfie (autofoto) es uno de los grandes protagonistas de Instagram y la versión más moderna del retrato. Lejos de ser una moda, se ha convertido casi en un género fotográfico. Desde el mítico selfie de Ellen DeGeneres el año 2014 en la gala de los Oscars, el concepto ha madurado y se ha popularizado. Hasta aquel momento las búsquedas en Google de esta palabra eran casi inexistentes. Ahora el selfie llega a la plenitud y ha desarrollado una amplia estirpe de autorretratos. La investigación de la UOC Selfiestories se acerca al uso de Instagram como una auténtica herramienta de creación de contenido y el selfie como instrumento de narrativa personal.

Para algunos es una expresión narcisista; para Gemma San Cornelio, profesora de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora  «el selfie desplaza el tradicional uso de la fotografía, del "eso es así" por el "yo era"». Por su carácter personal el selfie expresa una narrativa en forma de imagen, al mismo tiempo se inscribe en la cultura visual contemporánea a partir de las dinámicas de las redes sociales y la fotografía digital, explica San Cornelio.

Las etiquetas son fundamentales en Instagram: permiten entender determinadas prácticas sociales e identificar y recoger a posteriori este tipo de imágenes

Hay muchas variaciones entre los selfies, algunas de las cuales son polémicas: selfies de culos (belfies), en el campo (felfies), de nacimientos (birthies), en estado de embriaguez (drelfies), con mucha gente (groufies), en lugares|sitios culturales (shelfies), etc.

«Las etiquetas son fundamentales en Instagram: permiten entender determinadas prácticas sociales e identificar y recoger a posteriori este tipo de imágenes», afirma Toni Roig, investigador del grupo. La llegada de la red Instagram, hoy hace 6 años disparó el número de imágenes de este tipo, consideran los investigadores.

Un hecho cotidiano y natural

El año 2015, el número de publicaciones en Instagram con la etiqueta selfie era de 320 millones; actualmente es de 271 millones. Los últimos años, el número de fotos etiquetadas con este concepto ha bajado, pero no el número de selfies, afirman estos investigadores de la UOC. La explicación es simple: «Es un signo de naturalización de la práctica; se hace innecesario el uso porque todo el mundo es capaz de reconocer que son los selfies», explica San Cornelio. Tal como demuestra la investigación, los usuarios consideraban redundante etiquetar con «selfie» una imagen que ya se entiende que lo es.

«En la historia del selfie hay dos grandes ópticas: la psicológica y la cultural», añade Roig. En la primera, la concepción es negativa: «el uso del autofoto es visto como una actuación narcisista, peligrosa a las redes sociales y por su influencia en la autoestima de los jóvenes. Por otra parte, la cultural, la relaciona con nuevas formas de comunicación basadas en plano presentación del “yo”, como expresión de emociones y estados de ánimo. Para San Cornelio, «algunas de estas ideas ya están muy asentadas en el imaginario social y popular».

Una verdadera arma de activismo «Hay visiones alternativas a la concepción del selfie como una práctica individualista por aquella qué busca el bien común», explica Roig; por ejemplo, los que utilizan el selfie en contextos activistas, para reivindicar colectivos minoritarios: los selfies transgénero, la presencia de imágenes de personas de color en las redes (#blackselfieday), o como protesta política por la obligación a las mujeres musulmanas de llevar velo con la etiqueta #meninjihab. Otros utilizan el selfie para construir historias de superación de enfermedades graves o de retos personales, el #nomakeupselfieforcancer (selfie sin maquillaje por el cáncer) o #retounmillon, por ejemplo. El proyecto Selfiestories y big data, financiado por la Fundación BBVA, profundiza, en parte, en los aspectos que se proponen para la movilización social o el compromiso con diferentes causas. «Nuestra investigación quiere saber si el selfie es una mera contribución al narcisismo en la sociedad actual o si es una forma de expresión comprometida, detalla San Cornelio».

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