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© El alcalde Àngel Ros y el periodista Lluís Caelles posaron ayer tras finalizar el pregón con las personas y entidades reconocidas por la ciudad al inicio de la Festa Major.
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© El periodista Lluís Caelles, a la derecha, durante la lectura del pregón.
LLEONARD DELSHAMSUn acto solemne en toda regla que rompió con el protocolo cuando el pregonero puso la actualidad y el trabajo periodístico en el centro de su discurso. Ni un afiler cabía este miércoles en el salón de plenos de la Paeria para acoger el inicio de la Festa Major de Lleida. Como no podía ser de otra manera, la imposición de bandas a las pubillas abrió la jornada. Una vez todas presidían el salón, dio inicio a una inusual larga entrega de placas y medallas en reconocimiento a personas y entidades de la ciudad por su valor artístico, cultural, social y solidario. El alcalde, Àngel Ros, recordó que 2017 es un año de efemérides culturales, como el centenario del Museu Morera y el año de Enric Granados. También destacó la vertiente internacional de la ciudad con el autor del cartel de las fiestas, Antoni Abad, y el papel del deporte y el asociacionismo femenino en la ciudad.
La nota de actualidad la puso el pregonero de este año, el periodista Lluís Caelles, que dio sus primeros pasos en la profesión en SEGRE. No olvidó estos inicios en su discurso y agradeció haber aprendido de, a los que llamó maestros, Juan Cal, Santiago Costa, Josep Maria Sanuy y Joan Miras, además de Ramon Mesull en su salto a TV3, donde ahora es subdirector de internacional. “Isona es mi pueblo y Lleida mi ciudad”, dijo antes de centrarse en la situación que viven los refugiados sirios. “Este drama ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros y Catalunya, así como Lleida, son un referente europeo de solidaridad”. Tras afirmar que el periodismo es, a veces, un“salto sin paracaídas” y destacó la importancia de la lengua catalana. Caelles, que se definió como “un contador de historias”, destacó los cambios que ha experimentado Lleida en los últimos años, que ligó a los vividos también en el periodismo, con especial hincapié en la revolución tecnológica.