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La basura electrónica se triplica en Lleida en 7 años y llega a 2.500 t al año

La obsolescencia programada y los rápidos avances tecnológicos disparan las ventas

Un trabajador de la ‘deixalleria’ de Pardinyes, junto a un contenedor con aparatos electrónicos.

Un trabajador de la ‘deixalleria’ de Pardinyes, junto a un contenedor con aparatos electrónicos.ITMAR FABREGAT

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Las ‘deixallerias’ de las comarcas leridanas recogieron el año pasado 2.500 toneladas de residuos electrónicos y eléctricos, el triple que hace 7 años. La obsolescencia programada y la rápidez de la innovación tecnológica explican un fenómeno que también se da con la ropa, cuyos residuos se han disparado en Ponent por la moda ‘low cost’.

Las modas también generan residuos y si no que se lo expliquen a las deixalleries de las comarcas leridanas, que han visto cómo en los últimos años se ha disparado la basura electrónica y textil, probablemente dos de los sectores donde la población invierte más dinero y en los que se ha impuesto una costumbre de renovación constante.

Según los datos de la Agencia de Residuos de Catalunya, el año pasado se recogieron en la provincia de Lleida más de 2.500 toneladas de los llamados Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), una cifra que se ha triplicado desde 2010, cuando se lanzaron a las deixallerias de Ponent y el Alt Pirineu i Aran ‘solo’ 791 toneladas.

Son montañas infinitas de frigoríficos, ordenadores, televisores, hornos, teléfonos, aparatos de aire acondicionado, lámparas, tostadoras y otros artilugios, con un peso que asciende cada año a más de 40 millones de toneladas en todo el mundo, lo que supone septuplicar, como ejemplo, al de la Gran Pirámide de Giza.

Los grandes productores de estos desperdicios son Estados Unidos, la Unión Europea y países emergentes como China, que generan una cantidad cada vez mayor y los expertos apuntan a que la chatarra electrónica aumentará un 30% hasta 2025.

El origen de este espectacular incremento de los residuos electrónicos está en que estos aparatos se han vuelto imprescindibles en nuestro día a día. Y no solo eso, sino que los pasos agigantados a los que avanza la innovación tecnología sumada al fenómeno de la obsolescencia programada (programación del fin de la vida útil de un producto, calculado de antemano por el fabricante, que hace que se torne obsoleto y haya que comprar otro nuevo) ha provocado que las ventas de este tipo de aparatos se hayan disparado y se mantengan a un ritmo vertiginoso.

Y es que es habitual, especialmente en el caso de los teléfonos móviles, que cada dos años, más o menos, los usuarios se compren uno nuevo, ya sea porque se ha estropeado o porque la innovación tecnológica lo ha dejado obsoleto (aunque útil todavía) y se quiere disponer de nuevas prestaciones.

“Los teléfonos móviles pueden tener tres o cuatro años de vida útil pero mucha gente se lo renueva cada año porque quiere presumir de mejores prestaciones constantemente”, explica Carles Mateu, profesor de la Escuela Politécnica de la UdL.

Muestra de ello es que se calcula que actualmente hay en nuestras casas 13 millones de móviles sin usar porque solo el 8% los tira o los recicla, algo que aconsejan los expertos, ya que pasado un tiempo sus sistemas operativos dejan de funcionar.

Los móviles se renuevan antes de que se estropeen para tenerlos adaptados a las nuevas prestaciones

La consecuencia medioambiental de este fenómeno no es otra que la contaminación durante la fabricación y utilización de los aparatos, así como la generación de una cantidad ingente de residuos (altamente contaminantes si no se hace un buen proceso de reciclaje).

De hecho, se estima en una media de 20 kilos por persona al año, fundamentalmente en móviles, tabletas, ordenadores y otros pequeños electrodomésticos, lo que ha convertido a España en el quinto país europeo que más basura electrónica produce por detrás de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia.

Sin embargo, solo una pequeña parte de esta chatarra (un 20%) se recicla con métodos eficaces desde el punto de vista medioambiental. “ Para los fabricantes resulta más lucrativo crear miles de piezas en media hora que invertir el tiempo de sus empleados en el reciclaje de piezas”, asegura Mateu.

Una alternativa, cada vez más al alza, es la compra de móviles segunda mano, pero los expertos abogan por normativas que eviten que el planeta acabe convertido en una gran montaña de basura electrónica.

Un trabajador de la ‘deixalleria’ de Pardinyes, junto a un contenedor con aparatos electrónicos.

Un trabajador de la ‘deixalleria’ de Pardinyes, junto a un contenedor con aparatos electrónicos.ITMAR FABREGAT

Un trabajador de la ‘deixalleria’ de Pardinyes, junto a un contenedor con aparatos electrónicos.

Un trabajador de la ‘deixalleria’ de Pardinyes, junto a un contenedor con aparatos electrónicos.ITMAR FABREGAT

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