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Adultos del año 2000

La llamada generación ‘blockchain’, hiperconectada, solidaria y feminista, llega a la mayoría de edad || La precariedad laboral condiciona el futuro de unos jóvenes que estudiarán hasta los 30

Una veintena de jóvenes nacidos el año 2000 fueron reunidos por SEGRE esta semana en el Campus de Cappont.

Una veintena de jóvenes nacidos el año 2000 fueron reunidos por SEGRE esta semana en el Campus de Cappont.MAGDALENA ALTISENT

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El año 2000 fue sinónimo de futuro durante todo el siglo XX, pero ya es pasado. Los niños que nacieron en esa fecha simbólica han llegado a la mayoría de edad. Forman parte de la generación ‘blockchain’. Están hiperconectados, son más feministas y solidarios que sus predecesores y saben que les espera un futuro laboral precario.

Pepe Domingo Reyes fue el primero (ver página 5). Este joven leridano nació el 1 de enero del año 2000, una fecha mítica. Aunque el siglo XXI no empezó hasta un año después, el cambio de dígito del milenio marcó a los jóvenes que ahora estrenan la mayoría de edad. Los 3.284 niños que nacieron en Lleida ese año forman parte de la llamada generación blockchain. Están hiperconectados y son más solidarios y feministas que sus predecesores. Y están más comprometidos políticamente. Casi todos estudian, ya sea un grado universitario o un ciclo superior de FP. “A diferencia de lo que les ocurrió a los millennials, que se formaron creyendo que tendrían más oportunidades en plena bonanza económica y se encontraron con una realidad de precariedad laboral y una crisis mundial sin precedentes, estos jóvenes ya saben que vivirán peor que sus padres y que solo pueden aspirar al mileurismo y a enlazar contratos”. Eduard Ballesté (UdL) es uno de los responsables del estudio Ser jove a Lleida avui, publicado por Pagès el año pasado. A través de cerca de 600 entrevistas se pone de manifiesto que un 45% de personas de entre 30 y 34 años todavía vive en la casa familiar. “Esta es una de las razones por las que se alarga la etapa de estudios superiores hasta la treintena”.

Son la primera generación que no comparte referentes televisivos, porque ha cambiado la pequeña pantalla por internet, “la plataforma infinita”, en palabras de Ballesté. Eso ha hecho que por primera vez en la historia, los jóvenes de todo el mundo hayan compartido una misma cultura popular en un planeta realmente global. Para el antropólogo leridano Carles Feixa esta conexión 3.0 determina la manera de ser de estos jóvenes (ver página 4) que han encontrado en internet un espacio de emociones en el que toman partido, lo que explica las multitudinarias manifestaciones feministas del 8 de marzo, o la gran marcha de jóvenes contra Trump y por el control de las armas en Estados Unidos. “Por contra, la política tradicional está en manos de gente mayor que son los que han convertido a Trump en presidente, han hecho posible el Brexit en el Reino Unido o han hecho fracasar el acuerdo de paz con las Farc en Colombia”. Unos jóves “invisibilizados”, según denuncia Oriol Olmo, portavoz del Jovent Republicà de Lleida. En este sentido, Ballesté destaca que los jóvenes optan por una política “de calle”, más participativa y menos institucional. Ninguno de los jóvenes del 2000 ha podido ejercer todavía su derecho al voto y hay unanimidad en que tienen “muchas ganas”.

“No conciben una vida sin internet” Los millennials tienen fama de ser “egoístas, narcisistas y grandes usuarios de las tecnologías”, pero esta descripción se ajusta más a la generación Z, como bautiza Mireia Montaña, profesora de Comunicación de la UOC, a los jóvenes que crecieron en pleno auge de las redes sociales y que ahora llegan a la mayoría de edad. Otra diferencia, para Sílvia Sumell, profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, es que estos jóvenes tienen una gran dependencia de la tecnología, “hasta el punto de no entender el mundo sin Wi-Fi, YouTube o Instagram, porque no conciben la vida sin internet”. Sumell añade que pueden llegar a utilizar cinco dispositivos a la vez y que utilizan tres de media. Pero pese a estar hiperconectados, “son recelosos de su privacidad”.

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