SEGRE

EFEMÉRIDES GUERRA CIVIL

Memoria del derrumbe

El leridano Ramon Recasens reflejó por escrito la desbandada del ejército republicano y de miles de civiles a través de Prats de Molló || Los municipios franceses de la zona han conmemorado el 80 aniversario de “la Retirada”

Uno de los improvisados campos de refugiados.

Uno de los improvisados campos de refugiados.PHOTO ALIS

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De la cumbre, como si de un hormiguero se tratase abriendo sus celdas, salían innumerables cuerpos puestos en movimiento, descendiendo de lo alto, esquivando las rocas y las matas de las hierbas inútiles […] Aquella visión era patética, millares de españoles huían de su país para internarse en Francia”. Así describe la imagen del éxodo de civiles y militares republicanos que entraron en Francia a través de Prats de Molló -pocos días antes de que las tropas franquistas completaran la ocupación de toda Catalunya en las últimas semanas de la Guerra Civil- Ramon Recasens Boqué, un leridano que lo vivió en primera persona junto a sus familiares.

Recasens era un maestro que ejercía en Zaragoza, y que había sido enrolado en el ejército de la República, primero como oficinista y después como oficial adjunto de la dirección de Transportes del Estado Mayor en Catalunya, con lo que se libró de ir al frente, al igual que sus hermanos Pepe y Francisco, que también recibieron destinos similares. Falleció hace unos años, tras escribir cuando ya era octogenario unas memorias con el título “A la guerra con mi familia”, donde narra sus recuerdos de la Guerra Civil y de las tribulaciones que vivió su familia y su novia Andresa, también maestra, que tras la caída de Lleida se trasladaron primero a Montpalau (Segarra) tras un breve paso por El Vilosell y posteriormente a la colonia Monegal, en Gironella, de donde acabaron huyendo a Francia cuando se derrumbó el frente. Como ellos, fueron miles los que entraron en Francia siguiendo la ruta desde Molló (Garrotxa) hacia Prats de Molló para acabar en la localidad de Arles-sur-Tech, con 2.500 habitantes, que en solo unos días acogió a 30.000 recién llegados, entre ellos centenares de leridanos. El pasado mes se cumplió el 80 aniversario de este multitudinario exilio, que en Francia se conoce como “la Retirada”, y la Comunidad de Comunas del Alto Vallespir (en el departamento de los Pirineos Orientales) lo conmemoró en Arles-sur-Tech con conferencias, exposiciones y un espectáculo.

En sus memorias, Recasens explica que los primeros en cruzar la frontera fueron los civiles, entre ellos su familia, el 5 de febrero de 1939. Relata que ante el agotamiento provocado por la marcha a pie y por tener que acarrear sus enseres, alguna mujer “ya rendida, se fue desprendiendo de su maleta para dejarla caer rondando por la pendiente del monte y así poderla recoger más abajo en la siguiente revuelta del atajo en zigzag”. Dos días después les siguieron los militares, como él mismo y su hermano Francisco. “Detrás de una roca nos despojamos de lo poco militar […] En aquel hueco de la roca se quedó parte del uniforme y el pequeño armamento de que disponíamos: la pistola”. El camino era impracticable para los vehículos, que acabaron en un barranco, como el coche Austin en el que Recasens había llegado a la frontera. “Un sobresalto nervioso nos puso en alerta al oír un estridente ruido con sus correspondientes ecos entre los profundos valles. El pequeño Austin poco duró en la cuneta, su lugar debía ocuparlo otro mayor que más tarde también seguiría el mismo camino y el salto al fondo del barranco”, indica. Entre tanta tensión, había momentos más distendidos, como cuando Recasens vio por primera vez en su vida a dos hombres de raza negra que formaban parte del ejército francés. “Nos encontramos con dos seres carbonizados, seguramente trasplantados de alguna región senegalesa”, escribió, reflejando la sorpresa que le produjeron.

Ramon, sus hermanos y su familia optaron por regresar a España, al considerar esta alternativa mejor que el exilio, a pesar de haber formado parte del ejército republicano. Miles de exiliados padecieron grandes penalidades o acabaron muriendo en los campos de refugiados, pero para los que volvieron, las condiciones tampoco fueron nada fáciles. Los tres hermanos Recasens, a pesar de no haber estado en el frente, fueron a parar al campo de prisioneros de la plaza de toros de Pamplona (Francisco), el castillo de Montjuïc primero y la cárcel Modelo después (Ramon) y el campo de concentración del hospital San Marcos de León, uno de los de peor fama del franquismo (Pepe). Los dos primeros por poco tiempo, gracias a gestiones de conocidos de la familia, pero esto ya es otra historia.

Uno de los improvisados campos de refugiados.

Uno de los improvisados campos de refugiados.PHOTO ALIS

Uno de los improvisados campos de refugiados.

Uno de los improvisados campos de refugiados.PHOTO ALIS

Uno de los improvisados campos de refugiados.

Uno de los improvisados campos de refugiados.PHOTO ALIS

Uno de los improvisados campos de refugiados.

Uno de los improvisados campos de refugiados.PHOTO ALIS

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