Dos monjas utilizan las redes sociales para salvar su iglesia

Sor Maria Trinitat y Pilar son dos monjas de clausura que viven desde hace poco más de tres años completamente solas en el monasterio de Santa Maria de Refet en Seró, en el municipio de Artesa de Segre. En las mismas instalaciones se encuentra una hospedería con cinco habitaciones que regentan y un santuario donde cada domingo el párroco de Artesa de Segre, que se desplaza hasta allí expresamente, oficia una misa a la que asisten alrededor de 20 personas. Sin embargo la celebración de esta eucaristía corre peligro por el mal estado en el que se encuentra la iglesia. Es por eso que ambas religiosas han hecho una llamada a través de las redes sociales y de su página web (www.jeronimesurgell.cat) para conseguir fondos con los que restaurar el templo, edificado en el siglo XII y restaurado en el XVIII. Según explicó Sor María Trinitat, la instalación eléctrica debería cambiarse por completo ya que data de antes de la década de los 70 y “no puede enchufarse nada porque se calientan los cables”. Además, la monja afirma que las estufas de propano que tienen están muy deterioradas y ya no pueden utilizarse más. “Tenemos que suprimirlas todas e instalar bombas de calor”, añadió. Por último también tienen que repintar todo el santuario por culpa de las humedades, pero al rascar las paredes se encontraron con pinturas antiguas, que la Generalitat debe valorar para saber si se puede seguir reformando la pared, o por el contrario deben restaurarse. “Cuando dimos con el hallazgo avisamos directamente a la Generalitat pero todavía no ha venido nadie”, asegura Sor Maria Trinitat. Actualmente no saben cuánto dinero les costaría abordar todas estas reformas, pero calculan que no menos de 15.000 euros. “Hemos pedido ayuda al obispado del Urgell, pero son tantas las iglesias a las que tienen que atender que todavía no nos han dicho nada”. Piden ayuda a través de sus redes sociales porque lo consideran “la mejor manera de llegar a más gente”. De momento no han recaudado nada pero, afirman, que no pierden la esperanza.