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Pocos jóvenes y parados aceptan la llamada para trabajar en el campo

Algunos productores logran ayuda de amigos para recoger la cereza || Personas que se han quedado sin empleo por el parón del turismo hacen ahora de temporeros

Jóvenes trabajando en la recogida de la cereza en una explotación de Seròs.

Jóvenes trabajando en la recogida de la cereza en una explotación de Seròs.LAURA CORTÉS/ACN

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Una de las principales preocupaciones de los agricultores en esta campaña de la fruta, marcada por la emergencia sanitaria, es la disponibilidad de la mano de obra necesaria. Algunos productores han cubierto los trabajos de aclarado y la recolección de frutas tempranas como la cereza o el albaricoque gracias a amigos y conocidos. Muchos de ellos son personas que trabajaban en empresas relacionadas con el turismo o la restauración y con la crisis por la Covid-19 han quedado sin empleo.

Hasta la explotación de Oriol Teixidó se ha desplazado un grupo de amigos de la Vall de Boí y otro de Les Garrigues. Todos trabajaban en empresas relacionadas con el turismo o la restauración. La mayoría de ellos no había trabajado nunca cosechando fruta y reconocen que “no es un trabajo fácil”, sobre todo cuando el termómetro sube. “Trabajar con mascarillas es el más complicado”, coinciden, y los guantes dificultan un poco el trabajo, pero son medidas de seguridad e higiene que se deben seguir, recuerda Teixidó.

Iván Quintana tiene 33 años y vive en Boí. Hace quince días que está trabajando cosechando cerezas en Seròs. Trabajaba en una empresa de deportes en Andorra y con el estado de emergencia se ha quedado sin empleo ya que dependen del turismo. Conocía Oriol Teixidó y ha venido a trabajar en la fruta con tres amigos más. Uno de ellos es David Turmo, de 30 años, que también se empleaba en el sector turístico. Lo valora como una experiencia. “Es duro trabajar en el campo pero como he venido a trabajar con amigos la experiencia está siendo muy buena”, reconoce. Es la primera vez que David trabaja cosechando fruta y una de las cosas que más le ha sorprendido es que los temporeros habituales van “mucho más rápido” que él.

En este contexto, hay payeses no saben qué pasará cuando llegue el pico de la campaña, a partir de junio, con el inicio de la cosecha de melocotones y nectarinas y temen no tener suficiente mano de obra.

Muchos de los trabajadores con los que contaban los agricultores campaña tras campaña no han podido volver desde sus países de origen, en países del Este o africanos, a los municipios leridanos donde residen. Josep Maria Companys, agricultor de Torres de Segre y representante de UP, cree que “el problema es que la gente que está en paro no está suficientemente dispuesta a venir a trabajar en el campo”.

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