SEGRE

COVID GASTRONOMÍA

Los 'calçots' se resienten de la pandemia

Muchos agricultores retrasan su cultivo por el cierre obligatorio de los restaurantes || El Rebost de Ponent apuesta por ampliar su negocio a Tàrrega y Cervera ante la limitación de movilidad

Jordi Llanes, responsable del Rebost de Ponent, en su plantación de Castellnou de Seana.

Jordi Llanes, responsable del Rebost de Ponent, en su plantación de Castellnou de Seana.J.GÓMEZ

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Si en un año sin pandemia los agricultores ya estarían acelerando el cultivo de calçots para comenzar la campaña de ventas, el cierre impuesto de restaurantes y la limitación de reunión a un máximo de seis personas ha obligado a retrasar algunos cultivos de este vegetal. Este es el caso de Hortícoles Torrelles, una empresa de Lleida especializada en calçots que estuvo a punto de tirar la toalla y desistir de volverlos a plantar este año. “Ya en marzo bajaron mucho las ventas y ahora, al volver a cerrar los restaurantes y endurecer las nuevas restricciones de movilidad, tenemos muy pocas esperanzas puestas en esta temporada”, explica Josep Torrellas. Asegura que “en una situación como la que estamos viviendo la idea inicial que teníamos era no volver a plantar este año, aunque al final hemos decidido retrasar el cultivo para al menos evitar perder las semillas”. En cuanto a la venta, Torrellas augura que “seguramente se venderán cantidades muy pequeñas para grupos familiares”, mientras añade que, “en plena pandemia, pocos se plantearán hacer calçotades”. Más optimista son los responsables del Rebost de Ponent, en Castellnou de Seana, que esperan iniciar la temporada en quince días. Aunque explican que a principios de año la crisis sanitaria de la Covid-19 redujo considerablemente las ventas, tienen esperanzas de poder remontar en la próxima campaña y conseguir distribuir entre millón y medio y dos millones de calçots cocinados. Para evitar que la pandemia vuelva a dañar el negocio, El Rebost de Ponent no solo los venderá en sus tiendas de Castellnou y Lleida, sino que también abrirá dos establecimientos más en Tàrrega y Cervera para aproximar el producto a sus clientes y evitar así desplazamientos. “Esperamos empezar a vender entre 25.000 y 30.000 a la semana y, si todo va bien, llegar hasta los 60.000”, remarcó el responsable de este negocio, Jordi Llanes. Los calçots se deben solicitar durante la semana, y se entregan los fines de semana en los puntos de venta indicados, tras cocinarlos, junto con la salsa. “La temporada pasada fue extraña. Nuestro restaurante ha estado cerrado durante siete meses, y así seguirá hasta nueva orden. Ante esta situación, hemos decidido llevar nosotros mismos los calçots a las poblaciones más próximas”, remarcó Llanes. También se podrán adquirir en otras tiendas de comida para llevar en municipos como Juneda, Balaguer o Castellserà.

La empresa cultiva este producto en varios campos de Castellnou que anteriormente se dedicaban a la cebolla y, según explicó Llanes, “ya hay clientes que me preguntan si tengo calçots”.

Más del 25% de la cosecha perdida en Valls por el estado de alarma

El cierre de restaurantes obliga a los productores a “aguantar” los calçots en el campo y evitar que crezcan demasiado rápido. “Poca agua, poco abono y no tener mucha prisa” en su desarrollo son las claves, según explica Francesc Xavier Amill, el presidente de la IGP Calçot de Valls, quien apunta que la declaración estado de alarma en marzo se tradujo en una pérdida del 25% de la cosecha. En este sentido, aunque la pandemia deslució la recta final de una campaña que se preveía de récord, en total se recolectaron cerca de 18 millones de calçots con la etiqueta de la IGP Calçots de Valls.

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