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Ellos por impulsividad, ellas por ansiedad: así se enganchan al alcohol los adolescentes

Imagen del botellón en Lleida del pasado fin de semana.

Imagen del botellón en Lleida del pasado fin de semana.ACN

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El consumo intensivo de alcohol —beber cinco o más bebidas alcohólicas, en los hombres, o cuatro o más, en las mujeres, en un período aproximado de dos horas— es un problema de salud pública, especialmente entre la población juvenil.

Un estudio coordinado por Ana Adan, profesora del Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Barcelona y miembro del Instituto de Neurociencias, ha identificado los patrones de personalidad de jóvenes universitarios que tienen este tipo de conducta respecto a la ingesta de alcohol, también conocida como botellón.

El trabajo, publicado en la revista científica Drug and Alcohol Dependence, ha constatado que el perfil de dichos jóvenes se caracteriza por niveles elevados de neuroticismo-ansiedad e impulsividad-búsqueda de sensaciones, al igual que sucede en la adicción a otras sustancias. Este perfil es diferente entre los sexos: el nivel alto de neuroticismo-ansiedad se produce en las mujeres, mientras que la impulsividad-búsqueda de sensaciones se observa en los hombres.

"El consumo intensivo de alcohol es un fenómeno multicausal, pero nuestros datos indican que las mujeres, al beber, obtendrían un refuerzo más emocional, mientras que el refuerzo en los hombres estaría relacionado con reducir la tensión vinculada con la impulsividad. Estos resultado son muy relevantes para la prevención de estas conductas en personas con estos perfiles de personalidad de riesgo", explica Ana Adan.

Estos resultados profundizan en los factores de riesgo de este tipo de prácticas, y además podrían favorecer el diseño de programas personalizados de prevención y tratamiento de este problema de salud pública, que en España afecta al 35 % de los hombres y al 20 % de las mujeres de veinte a veinticuatro años de edad. 

Según Oriol Franch, jefe del servicio de neurología del Hospital Ruber Internacional de Madrid,  "es un dato alarmante las graves consecuencias que puede tener el Consumo intensivo de alcohol episódico (el botellón del fin de semana)". "El problema es que, en la adolescencia, aún hay muchas estructuras neuronales que están experimentando cambios y, por tanto, estos cambios pueden verse influidos negativamente por el consumo de alcohol".

Oriol Franch reconoce que las consecuencias de este comportamiento van más allá que la simple influencia en los cambios que puedan estar ocurriendo en el cerebro de los adolescentes o de las personas que estén en los primeros años de la vida adulta. El consumo habitual de alcohol puede tener consecuencias intelectuales, hepáticas, cardiovasculares y oncogénicas aumentado el riesgo a sufrir determinados tipos de cáncer. Tabién afecta a la conducta y se relaciona con “accidentes de tráfico, actos violentos, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, síndrome alcohólico fetal y dependencia del alcohol”.

Oriol Franch señala que “durante la juventud y los primeros años de la vida adulta, cuando este tipo de consumo intensivo de alcohol está más extendido, determinadas estructuras cerebrales son muy sensibles a lesiones por ingestión excesiva de alcohol. Que la ingestión de alcohol intensiva y repetitiva, aunque sea ocasionalmente (fines de semana), tiene consecuencias cerebrales no hay duda. Lo que aún no se sabe con certeza es la dimensión del daño a largo plazo. Pero si algo es indudable es que en las edades jóvenes no existe una dosis de alcohol segura”.

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