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Los alumnos de sexto de Primaria del colegio La Mitjana, durante las pruebas ayer por la mañana.

Los alumnos de sexto de Primaria del colegio La Mitjana, durante las pruebas ayer por la mañana.AMADO FORROLLA

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Hoy se acaba el curso escolar, pero son muchos los alumnos que se van a casa con una lista de deberes que tendrán que entregar en septiembre. En otros casos, son los padres que compran los típicos cuadernos de verano para que el niño repase lo que ha aprendido durante el curso anterior.

¿Es positivo o no, que los niños hagan deberes o repaso en verano? Hay opiniones para todos los gustos.

Begonya Nafría, licenciada en Pedagogía e investigadora del CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Redes de Enfermedades Raras) Sant Joan de Déu asegura que el verano es una oportunidad para practicar actividades que fomenten el aprenentage como viajar, visitar museos o asistir a actos culturales. "Considerar que los niños tienen que realizar tareas escolares en forma de deberes durante las vacaciones de verano, mediante los tradicionales cuadernos de ejercicios, puede llevarnos a entender por error que el proceso de aprendizaje se da, básicamente, en el centro escolar." Sugiere 10 opciones por aprender fuera del ámbito escolar:

  1. Realizar una actividad semanal atractiva con la familia y detallar la experiencia en un diario con la finalidad de ejercitar las habilidades relacionadas con la escritura.
  2. Crear un “cuaderno de viaje” donde el pequeño relate o proyecte sus vacaciones. Tendría que incluir mapas, fotos, dibujos, etc. De esta manera, el niño integrará la capacidad de investigación y de creación con diferentes habilidades más allá de las relacionadas con la escritura.
  3. Actividades culturales y de socialización: visitas a museos, conciertos al aire libre, cine en familia, etc.
  4. Solidaridad: compartir momentos con personas (personas mayores, niños, necesidades, personas con necesidades especiales, etc.) que puedan requerir nuestra ayuda. Es básico inculcar a los niños, desde pequeños, el concepto de la diversidad y que, a la vez, conozcan las capacidades/limitaciones que todos podemos tener.
  5. Lectura diaria de libros adecuados a la edad y los intereses del niño, dejándolo colaborar en la elección del libro
  6. Actividades relacionadas con la lógica: juegos de mesa, juegos de ordenador/tablet, etc. Para adquirir ciertos conceptos matemáticos, es un ejemplo el potencial del ajedrez.
  7. Iniciar o profundizar en idiomas: lectures, dibujos animados, películas, grupos de conversación o campamentos con inmersión a una lengua, etc.
  8. Practicar algún tipo de deporte, ya que es una actividad estimuladora a nivel cerebral.
  9. Tareas que fomenten la creatividad como hacer experimentos en casa.
  10. Actividades artísticas: música, pintura, dibujo, etc.

Cristian Olivé, candidato al Premio Educa Abanca al Mejor Profesor de España y miembro del máster universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria y Bachillerato en la Universidad Pompeu Fabra, recuerda que tener en cuenta la opinión de los hijos es esencial: “Quizás se tendría que plantear en casa el debate de si les apetece realizar tareas académicas durante el verano o si se inclinan más por actividades de ocio. Al final, los alumnos tienen derecho a decidir qué tipo de verano disfrutar. Estoy convencido de que muchos querrán repasar contenidos, pero otros desearán desahogarse y echar a correr”.

La pedagoga Yolanda Domínguez Frejo aconseja que si se opta por un verano con deberes, los padres tienen que entender que los niños tienen que descansar un tiempo —mínimo, un mes o un mes y medio— sin hacer nada relacionado con el estudio. “La mente necesita desconectar y tener horarios más flexibles que durante la rutina de los otros meses del año”, explica a la pedagoga. “El resto del tiempo, sí que les viene muy bien recuperar ciertos hábitos de trabajo que, según la edad, podrían ocupar de media hora a una hora y media diaria”, concluye.

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