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El exceso de contaminación afecta a la memoria

El exceso de contaminación afecta a la memoria

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Que la contaminación afecta de manera directa al presente y al futuro del planeta era un hecho confirmado desde hace décadas. También sabemos que nos  afecta a nivel pulmonar y cardiovascular. Según datos del Instituto Nacional de Estadística unas 44.000 personas que mueren cada año en España debido a la contaminación, lo que representa el 10,7% de los decesos totales entre los mayores de edad del país.

La contaminación se analiza a través de los índices de PM, material particulado, que comprende una mezcla de partículas sólidas y gotas existentes en el aire. Su existencia en el ambiente se da como consecuencia de la emisión a través de fuentes contaminantes como chimeneas o vehículos, y son potencialmente peligrosas. Su tamaño, 2.5 micrómetros de diámetro, permite que pueda inhalarse llegando a la profundidad de los pulmones y acabando algunas incluso en el torrente sanguíneo. Para controlarlo se fijan unos límites, que en el caso de España se establecen en 25 microgramos por metro cúbico el valor límite de concentración anual para las PM2.5, siguiendo la línea que establece la Unión Europea.

Recientes estudios han demostrado cómo la contaminación también influye de manera directa en el aumento de nuestro deterioro cognitivo. Según datos del estudio realizado por investigadores internacionales de China y Estados Unidos, el rendimiento cognitivo de hombres y mujeres se reduce de manera notable tras exponerse a un aumento en la contaminación del aire. Esa exposición constante que sufrimos a las partículas finas (PM2.5) presentes en el aire es dañina, ya no solo para corazón y pulmones si no también para los tejidos neuronales.

Los efectos detectados por la investigación, que ha sido publicada en la revista científica Nature Aging, se confirman tras el análisis de exámenes a más de mil sujetos. Pruebas consistentes en memorización de palabras, recuerdo de números y fluidez verbal, tras cuyo análisis se pueden vincular los niveles más altos de estas partículas finas PM2.5 con un rendimiento cognitivo más deficiente.

La conclusión del estudio es que "existe un vínculo entre la contaminación del aire y las alteraciones a corto plazo en la función cognitiva", tal y como señala Andrea Baccarelli, autora principal y profesora de ciencias de la salud ambiental en la Universidad de Columbia en Nueva York (Estados Unidos).

No es la primera vez que se vincula un deterioro en nuestra salud con un incremento de la contaminación. Y no solo en lo referente a la salud pulmonar y cardiovascular, si no también cerebral. "La importancia de este estudio es que sugiere que no son solo los niveles muy altos de contaminación prolongada los que son preocupantes (…) sino que incluso niveles relativamente bajos de contaminación del aire pueden afectar negativamente la función cognitiva", insiste la Doctora Joanne Ryan, directora de neuropsiquiatría biológica y de investigación de la demencia en la Universidad de Monash en Melbourne (Australia).

Hasta la fecha esta relación también se había probado con la demencia e incluso con un descenso de las capacidades neuronales cuando la contaminación afecta a los más pequeños. Así lo confirmó un trabajo dirigido por el profesor Jamie Pearce, de la Universidad de Edimburgo, quien comparó los niveles de contaminación de la última mitad de siglo con las trayectorias cognitivas a medio y largo plazo. Es en el corto plazo donde los efectos de la contaminación son reversibles. La profesora Andrea Baccarelli confirma que “cuando la contaminación del aire desaparece, nuestro cerebro se reinicia y comienza a trabajar de nuevo a su nivel original”. El problema y los daños irreversibles viene cuando estos sucesos se producen de manera constante y ante exposiciones mucho más elevadas

La manera de hacerlo ha sido a través del análisis de más de mil sujetos, varones con una edad promedio de 69 años, y residentes todos del área metropolitana de Boston. Se analizaron las cantidades de partículas finas PM2.5, las de menos de 2.5 micrómetros de diámetro, que había en el aire a lo largo de todo un mes y posteriormente se realizaron los exámenes a los participantes del estudio. Unas pruebas consistentes en tareas que iban desde la memorización de palabras, número y fluidez verbal y que confirmaron un efecto en la reducción de las funciones neuronales. 

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