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La vida es un cabaré

El musical ‘Cabaré’ nos traslada al Berlín de los años treinta a través de los personajes del Kit Kat Klub. Este año hace cincuenta años que se estrenó en Broadway y una producción conmemorativa en castellano llevará el espectáculo hasta la Llotja de Lérida.

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Una de las imágenes más impactantes d’Amanece que no se poco, la brillante y delirando película de José Luís Cuerda de finales de los ochenta, es Ovidi Montllor haciendo de Guardia Civil. Cinco años más tarde de grabar|gravar este filme de culto le propusieron un papel al estreno del musical Cabaré de Barcelona. Era el año olímpico de la ciudad condal y esta vez no lo vistieron de uniforme, sino que todo el contrario. En aquella primera versión del mítico musical en catalán hacía de Herr Shultz, el frutero viudo y judío que intenta enredarse con el ama de la pensión Fräulein Shneider. Estamos en el Berlín de los años treinta, una ciudad atípica en el paisaje germánico. Una ciudad bohemia y nocturna que contrasta con la racionalidad y la orden que se impone en el resto del país. El partido Nazi está contagiando al espíritu alemán y en el Kit Kat Klub, un antro musical de la capital, se mezclan un grupo de personajes que se mueven entre la ambigüedad, la inocencia y la mezquindad moral y política.

Este año hace cincuenta años del estreno a Broadway de Cabaré, uno de los musicales con más éxito de la historia. Y aunque desde entonces se ha representado cada noche en algún teatro del mundo gracias a las decenas de producciones que se han hecho con múltiples lenguas y versiones, la productora SOMProduce no ha querido dejar pasar la ocasión de celebrarlo con una gira especial conmemorativa. La reacción de mucha gente al oír|sentir la palabra cabaré es recuperar la Liza Minnelli de la memoria y situarla encima de un escenario enseñando muslo y luciendo un sombrero de abombé, bailando sensualmente con una silla desnuda. Con el libreto original de Joe Masteroff y las canciones de John Kander, las originales de 1966, el teatro la Lonja|Palco de Lérida se convertirá a partir del próximo jueves 13 de octubre –ved el desglose– en el famoso Kit Kat Klub de Berlín. Pero el director Jaime Azpilicueta confiesa que “mi punto de partida en la puesta en escena es la primera versión teatral estrenada en 1952 con el título de Y am en camera, que a su vez era una adaptación de la novela Goodbye tono Berlin, de Christopher Isherwood, publicada a finales de los años treinta. Para mí es una obra que permite mantener vivo el recuerdo de una época que no tenía que haber existido nunca. En el momento que los huevos de la serpiente estaban a punto de eclosionar el mundo del teatro podía ofrecer una carcajada llena de picardía y diversión”. Berlín siempre ha sido una capital atípica, una seta, una olla de artistas desde que Frederic Guillem IV de Prusia proyectó lo que ahora se conoce como la Isla de los Museos a mediados del siglo XIX. Hitler instaló la sede central del Partido Nacional Socialista y tenía una particular obsesión para acompañar|reconducir a la sociedad berlinesa, a la cual consideraba excesivamente libertina y poco dada a las virtudes que él consideraba típicamente germanas. El Fürher suponía que amaba|estimaba el arte, pero no lo entendía de la misma manera que los personajes más tiernos de Cabaré.

Este es el trasfondo primigenio de la novela, pero el musical se centra en las historias personales de Cliff, el escritor que busca inspiración y se enamora de Sally; la misma Sally que es la estrella del Club y al mismo tiempo busca una vida mejor; del oscuro Ludwig, que tiene un pie a cada banda|lado de la ley y al mismo tiempo flirtea con el nazismo; o del ama de la pensión y el frutero judío, que viven una historia de amor frustrada por el miedo y el odio que extienden los nazis entre los sentimientos de la gente corriente. La historia, cargada de emociones fuertes hasta el final, es de aquellas que te atrapa incluso cuando sabes cómo acaba.

Los personajes se mueven entre el Kit Kat Klub y la pensión Shenider, yendo y viniendo de ambos escenarios, entre el día y la noche, entre la luz y las sombras. A pesar del paso de las versiones ha basculado la historia hacia el espectáculo musical y visual, la esencia del show no traiciona la novela y sigue siendo un canto a la libertad enfrente de la intolerancia. El primero Cabaré se estrenó con grandes dudas por parte de los productores, los cuales no veían muy claro el juego de convertir un teatro en un teatro, tenían miedo de confundir al espectador y generar un cierto rechazo entre el público.

Pero la gente estaba preparada para esta propuesta, y la prueba es que después de estrenarse en el Broadhurst Theatre de Broadway, la trasladaron al Imperial y se quedó hasta hacer las 1.165 funciones. Esta fue la carta de presentación para que en Hollywood, en la otra costa de los Estados Unidos, se fijaran en el potencial de esta pieza para la gran pantalla.

El musical llevará a Lérida la misma puesta en escena que estrenó a finales del año pasado en el teatro Rialto de Madrid y que captó la atención de más de 200.000 espectadores; una obra trepidante, en la cual sonarán temas míticos como|cómo Willkommen, maybe this time o Money Money, canciones que sólo empezar sabremos que las hemos escuchado muchas veces. Cabaré, un clásico entre los mejores.

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