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© extrabajadores. Lluís Marco, Julián Trinidad, Sebastián Justicia y Ramon Martí brindando con San Miguel el día del reencuentro.
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© extrabajadores. Lluís Marco, Julián Trinidad, Sebastián Justicia y Ramon Martí brindando con San Miguel el día del reencuentro.
SEGRE"He bebido más cerveza que leche. Para mí, San Miguel es todas las mañanas de mi vida”, dice Carlos Albertín, que ahora es director del área internacional de San Miguel en Lleida, pero que empezó hace cuarenta años, con quince, haciendo de botones, repartiendo el correo y llevando los cafés. Se emociona y no se lo esperaba. Cambia la postura de piernas cruzadas y las relaja para secarse las lágrimas. San Miguel le permitió estudiar Económicas e idiomas, eso sí, sacrificándose bastante. “No salía ni jugaba al fútbol en la calle; mis novias, incluso, eran de San Miguel”, recuerda.
EXTRABAJADORES. Lluís Marco, Julián Trinidad, Sebastián Justicia y Ramon Martí brindando con San Miguel el día del reencuentro
Este año, la fábrica San Miguel de Lleida cumple sesenta años, y en estas seis décadas han cambiado muchas cosas, pero hay un denominador común: el espíritu innovador, la vocación internacional y la apuesta por un trabajador en constante formación y promoción dentro de “la Santa Casa”. Así es como la llama Ramon Martí, uno de los cuatro jubilados que hemos citado en la fábrica para conocer como era San Miguel en sus inicios, aquello que no vemos ahora. Ramon entró el año 1977 a trabajar en el taller de carretillas, un lugar que ya no existe, ya que, tal como le dijeron, “tener las carretillas les costaba 15 millones de pesetas al año, y alquilarlas, 12, de manera que pasé a otro departamento”, recuerda Ramon, que hasta que consiguió entrar en la fábrica tuvo que hacer tres temporadas de verano en carga y descarga. A él le costó, pero no tanto a Julián Trinidad, El Trini, que empezó sin preveerlo cuatro años antes. “Vine al polígono a pedir trabajo, tenía previsto ir a las empresas que había más arriba, pero ya estaba cansado de andar y fui a la portería de San Miguel, donde estaba Conrado, amigo de la familia Suárez, una de las fundadoras, y pregunté si había trabajo. Me dijo que ya podía entrar y empezar”.
Eran las dos de la tarde y a Julián sólo se le ocurrió pedir una hora de margen para ir a casa andando por las vías del tren y coger un bocadillo y cambiarse de ropa. “Cuando empecé, cada año se doblaba la producción. Muchísima gente de Lleida y los pueblos venían a pedir trabajo a San Miguel”, explica, y empezó en la brigada ambulante, donde hacía un poco de todo.
CAMIONES. Uno de los primeros camiones de reparto, 1958
En los años 60, 70 y principios de los 80, ser trabajador de “la fábrica” de Lleida (era la primera gran empresa agroalimentaria, hecho por el cual se ganó este título) comportaba unas grandes ventajas: las tiendas de electrodomésticos les fiaban porque sabían que cobrarían seguro, tenían seguro médico y cobraban un sueldo más que digno con dieciséis pagas, lo cual suponía estabilidad para la familia.
VISITA. Sebastià, Julián, Lluís y Ramon durante la visita a la fábrica San Miguel
Además, como explica Carlos Albertín y lo hace también Lluís Marco, la empresa proporcionaba, y todavía lo hace ahora, formación a los trabajadores. Lluís es ingeniero químico y, como responsable de la maltería, era uno de los jefes de Ramon, Julián y Sebastián Justicia, el último en entrar al grupo de cuatro extrabajadores que nos acompañan en la visita a la fábrica.
Lluís usó después el alemán para hablar por teléfono con clientes de aquel país. En este sentido, hay que destacar que el centro San Miguel de Lleida es el principal exportador de cerveza de las ocho fábricas que tiene Mahou San Miguel (siete en España y una en la India). El agua del río Segre con la que se elabora la cerveza San Miguel, y que convenció hace sesenta años al propietario de la fábrica de cerveza del barrio San Miguel de Manila para invertir un millón de pesetas en la construcción de la planta de Lleida que producía con malta de la Segarra, viaja hoy hasta setenta países, toda una proeza a la que el director general de Lleida, Manuel Heredia, quita importancia para centrarse en los ciento treinta países que les quedan por conquistar.
REENCUENTRO. Ramon y el Julián saludando a sus excompañeros
De la manos de Lluís, Ramon, Julián y Sebastián, hacemos una visita a las instalaciones actuales. Van parando por el camino a saludar excompañeros. Con algunos todavía tienen relación, a través de los grupos de deportes y ocio que se crearon por generación espontánea entre los trabajadores de San Miguel y que todavía siguen: fútbol, tenis, esquí, ajedrez, motos... Entramos en la primera sala de producción y hay silencio y un fuerte olor de lúpulo. “Aquí, donde hoy no hay nadie, cuando yo trabajaba, había un centenar de personas haciendo las mezclas y la cocción de forma manual”, dice Ramon. En una parte de la sala, hay un habitáculo cerrado lleno de ordenadores supervisados por cinco personas. “El proceso está automatizado, y eso es garantía de calidad. Antes se dependía de la mano del trabajador y les insistíamos en que si se equivocaban de medidas, nos lo dijeran para tirar la producción”, dice Lluís. El envasado también se ha mejorado.
Para visitar toda la fábrica, hay que cruzar un semáforo. Desconocemos si es la única empresa cortada por la vía de un polígono, pero Heredia nos confirma que es la única que conduce cerveza por debajo de una carretera. En la zona donde se envasa, hay una sala donde empiezan las visitas. Entrar asegura un viaje en el tiempo en que la imaginación no tiene que trabajar mucho, visto el espectacular decorado que reproduce el puerto de Barcelona en 1956, desde donde partió el Esperanza hacia Manila para coger la levadura de San Miguel, el secreto mejor guardado.
FÁBRICA. Una vista de la fábrica de Lleida el año 1957
Comentarios
Josep Maria dijo..
Hola Josep Maria, San Miguel ofereix visites guiades per a majors d'edat de dilluns a divendres. Poden reservar cita a la web www.mahou-sanmiguel.com Clicant a "Visítanos - Fábrica de Lleida". De ben segur que trobarà la fàbrica molt canviada!
La vai visitar fa 60 anys, y com que ere petit, sols recordo uns cilindres molt grans plens de civada marerance. Ya m' agradaria tornar a fei una visitaBon dia
Denunciar ResponderMuchas gracias por compartir vuestra experiencia y anécdotas de esa fabrica! Que emocion
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yo fuy una trabajadora de la fabrica desde el 1960 asta el 1968 sali porque me case en el 69 fue mi primer trabajo yo tenia 15 años y me acuerdo mucho tngo muy buenos recuerdos de los porteros el señor conrrado y su esposa la señora felisa el señor moragas el señor cayuela y muchos mas ..la foto del 1957 es muy bonita y como yo la recuerdo
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