SEGRE

BECARIOS PREDOCTORALES

“Tienes que tener vocación para hacer muchas horas”

La cantera de la ciencia busca abrirse camino pese a la precariedad

Joana, Ángel, Priya y Sarah, 4 jóvenes investigadores en la UdL.

Joana, Ángel, Priya y Sarah, 4 jóvenes investigadores en la UdL.

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Los becarios predoctorales son el futuro de la ciencia, pero también un eslabón débil que sufre en sus carnes la precariedad por la escasa financiación de la investigación. Falta de estabilidad en becas y contratos, largas jornadas, bajo sueldo y la práctica obligatoriedad de salir al extranjero para abrirse camino son algunos de los inconvenientes, que afrontan con ilusión y sin quejarse demasiado ya que es una profesión muy vocacional. “Si tuviéramos una estabilidad sería fantástico, es un sentimiento que tenemos todos. Sobre todo si te comparas con otros compañeros del sector profesional no solo es el poder adquisitivo, que suele ser mayor que el tuyo, sino que tienen mucha más estabilidad, mientras que a mí se me acaba el contrato en 6 meses y si quiero seguir tengo que irme a otro país. No quiero estar hasta los 45 años dando vueltas y pidiendo becas”, explica Ángel Maresma, investigador en Agrónomos que a final de mes se traslada a la universidad de Cornell (EEUU) para seguir con su formación postdoctoral. “En Lleida he estado muy bien, Pero es verdad que hacemos muchas horas y que tienes que tener vocación para hacerlas y no sentirte mal”, explica y reclama más recursos para la investiación. “Dependemos mucho de convocatorias de becas y resoluciones que tardan en llegar. Cuando tienes la beca de 3 años sabes que tienes ese tiempo cubierto, pero luego tendrás que buscar otro proyecto. Y somos mileuristas que no echamos ocho horas, sino diez o más. Lo mejor es que tengas amigos que también estén haciendo una tesis para compartir tus vivencias, porque los demás no te comprenden”, señala Joana Díaz, otra investigadora en ETSEA.

Pero pese a la precariedad, compensa. “Es brutal, la tesis ahora es toda mi vida, antes hacía cosas con amigos como ir a escalar y ahora nada. Pero disfruto estando en el laboratorio, aprendes algo diferente cada día”, señala Sarah Lade, una estadounidense que lleva 8 años en Lleida. “El trabajo que hacemos es muy bueno y me gusta” corrobora Priya, una joven india que llegó en noviembre con beca de doctorado.

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