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El Gremio de Pastelería proyecta dejar de dar bolsas de plástico el próximo año

Con una compra centralizada de las de papel para facilitarlas más baratas a sus asociados

Numerosos comercios ya facilitan únicamente bolsas de papel.

Numerosos comercios ya facilitan únicamente bolsas de papel.ITMAR FABREGAT

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El Gremio de Pastelería de Lleida está trabajando en un proyecto para que todos los establecimientos asociados eliminen el reparto de bolsas de plástico y solo ofrezcan las de papel ya el próximo año, anticipándose así a los plazos que marca la el real decreto aprobado en marco por el Gobierno central, que fija que a partir de 2021 se prohibirá la venta de las de plástico que no sean biodegradables. El presidente del gremio, Jordi Tarragó, indicó que la idea es que sea la entidad la que adquiera una partida de bolsas de papel para los 39 comercios que forman parte de la misma.

En este sentido, indicó que esta compra centralizada de un gran volumen permitirá que cada negocio pueda disponer de las que necesite a un precio inferior al que podría conseguir adquiriéndolas de forma individual. Señaló que este proyecto se encuentra todavía en una fase inicial, pero que el objetivo es que pueda ser una realidad ya a lo largo de 2019. Además, precisó que se tratará de bolsas adaptadas específicamente a los productos que ofrecen, ya que por ejemplo tendrán capacidad para poder llevar bandejas con pasteles.

Tarragó también manifestó que la entrega de bolsas de plástico ha bajado sensiblemente desde que se cobran. “Se ha reducido a menos de la mitad, ahora los clientes solo las piden si es que realmente las necesitan”, afirmó. De hecho, este porcentaje a la baja coincide con el general, ya que los comercios de Lleida ciudad han disminuido en alrededor de un 50 por ciento el número de bolsas de plástico que entregan desde que el 31 de marzo de 2017 entró la prohibición de repartirlas gratis en Catalunya.

En todo el Estado, en 2017 se distribuyeron unos 6.800 millones de estas bolsas, lo que supone una media de 144 por habitante, menos de la mitad que hace diez años, ya que en 2007 fue de 300 per cápita. Las entidades ecologistas reivindican que su precio debería ser mucho mayor.

Alerta de que no hay aprendices y que falta personal especializado Como sucede también en algunos oficios tradicionales, el de pastelero tiene problemas para captar adeptos entre los más jóvenes. “Es muy difícil encontrar aprendices, y tampoco hay muchos profesionales especializados, porque de la Escuela de Hostelería de Lleida solo salen algunos, y de la de Barcelona también, por lo que es difícil captarlos”, indicó Jordi Tarragó. Atribuyó la falta de vocaciones a que “el nuestro es un oficio que no tiene fiestas, ni fines de semana ni puentes” y, en cambio, muchos jóvenes no quieren trabajar estos días.

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