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Diario de una residencia confinada

Trabajadores del Centre Geriàtric Lleida explican cómo han vivido 3 semanas dentro del centro junto a los ancianos sin salir para blindarse contra el virus || Están orgullosos de la experiencia, que finalizó el jueves por la mañana, tras poder disponer de pruebas para toda la plantilla

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542381_12.jpgMAGDALENA ALTISENT

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Los trabajadores del Centre Geriàtric Lleida pusieron fin el jueves a tres semanas de confinamiento junto a los residentes para blindarse contra el coronavirus. Salieron a primera hora de la mañana y fueron relevados por otro equipo, cuyos miembros se hicieron la prueba para garantizar que no hay ningún positivo. Su directora, Carol Mitjana, detalló que “han entrado los miembros de un turno y el sábado entrarán los de otro”. Indicó que ahora ya no habrá confinamiento, pero que aparte de hacerse las pruebas, el personal deberá seguir “un protocolo muy exhaustivo de trabajo, desinfección y en su domicilio”. Harán turnos de 12 horas, tras haber ampliado la plantilla de 43 a 63 empleados.

Los que salieron lo hicieron cansados, pero satisfechos por haber conseguido que el geriátrico esté libre del Covid-19. Elena, que hace el turno de noche, destaca que sus familias les apoyaron y dice sentirse orgullosa de la decisión que tomaron, igual que Andrea, aunque admite estar cansada física y psíquicamente. Marta, psicóloga, reconoce que la “idea parecía un poco descabellada”, pero repetiría. “Es una de las mejores cosas que he podido hacer y agradezco a la gente de fuera que nos ha facilitado la tarea”, subraya. Relata que al principio les costó organizarse. “Primero éramos 24 y luego 22. Se dejaron roles de lado, de dirección, de técnico, de auxiliar… y trabajamos todos juntos para hacerlo todo y ha salido bastante bien. Hemos cumplido nuestro objetivo y seguimos todos sanos”. Reconoce que los residentes echan de menos el cariño de sus familias. “Si nosotros las echábamos de menos, ellos todavía más. Se les ha permitido siempre llamar en el momento que lo necesitaran, mantener a las familias informadas de cómo estábamos dentro y poder hacer videollamadas”, detalla.

Alejandra se encargaba de que estén “cuidados, orientados, que se sientan bien y no estén preocupados”. “Para a mí ha sido un antes y después, un crecimiento personal en todo. Estoy supercontenta de que todos estén bien”, recalca. Lucía, gerocultora, explica que llevaba a los residentes a hacer la siesta, cambiaba pañales, ayudaba en los lavabos, montaba los carros de la merienda, ayudaba a los abuelos a salir al jardín, a poner la cena y termina la jornada poniendo en la cama a residentes.

Maikel, fisioterapeuta, también dice que le ha tocado hacer “un poco de todo”. “Dependiendo del día, intentaba realizar actividades grupales de ejercicio físico, de caminar”, indica. “Esta experiencia nos ha servido a nivel personal y profesional haciendo labores a las que no estamos acostumbrados. Nos ha servido para crecer como personas”, incide, opinión que comparte Vicente, de mantenimiento. “He pasado a ser un trabajador más. Estoy contento con la labor que hemos hecho”, asevera, y Laura, terapeuta ocupacional, también destaca que ha hecho tareas de auxiliar o limpiadora porque “el objetivo era mantener a todos los ancianos limpios y libres del Covid-19”.

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