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Padres y docentes critican la preparación del curso pero ven vital reabrir las aulas

Creen que Educación ha improvisado en la adaptación de los centros a la pandemia

Una profesora del Joan Oró, con un termómetro.

Una profesora del Joan Oró, con un termómetro.AMADO FORROLLA

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Los alumnos de Lleida y del resto de Catalunya volverán mañana a las aulas para iniciar el curso seis meses y un día después de que los centros cerraran sus puertas por la pandemia. Padres y docentes ven imprescindible retomar las clases presenciales, pero creen que Educación ha preparado el curso con improvisación y sin los recursos necesarios.

Mañana comienza un curso inédito, con grupos burbuja para evitar el contacto entre alumnos de distintas aulas y la obligación de que los mayores de 6 años lleven mascarilla para evitar contagios del coronavirus, pero las madres y padres lo tienen claro: después de seis meses los niños tienen que volver al colegio, a pesar de la sensación que perciben de “falta de planificación” y hasta “abandono” por parte del departamento de Educación. La presidenta de la Federación de madres y padres de Catalunya (Fapac), Belén Tascón, afirma que “los alumnos tienen que volver a las aulas, ya que durante el confinamiento por la primera ola del virus no se garantizó el derecho a la educación”, ya que no todos los niños pudieron seguir las clases telemáticas entre marzo y junio. Destaca que “ya en mayo solicitamos a Educación empezar a preparar el nuevo curso. No obstante, todo se ha anunciado en ruedas de prensa y no ha existido un consenso con la comunidad educativa”. Tascón pone como ejemplo a la Comunidad Valenciana, donde la vuelta a las aulas se ha planificado de manera conjunta con los agentes educativos.

También opina que “desde mayo se deberían haber preparado tres protocolos que detallarían cómo seguir el curso según si la situación epidemiológica es grave, media o baja”. “Así, ahora tendríamos menos sensación de improvisación. Por ejemplo, no está claro qué ocurre con las actividades extraescolares”, indica, y discrepa de que la base del protocolo sean los grupos estables. “Preferimos distancia entre alumnos, ya que fuera de la escuela el grupo estable no existe. Pero si Educación apuesta por este modelo y fija que en cada aula la ratio debe de ser de 20 alumnos como máximo, que lo cumpla y contrate al personal necesario”, subraya, en referencia al hecho de que muchas escuelas superan este límite. Además, Tascón dice que “si el docente que imparte inglés u otra especialidad tiene que estar en un grupo burbuja, el centro se queda sin horas libres de maestros y no se podrán garantizar las sustituciones el mismo día”. “Hacen falta más recursos”, concluye.

Por su parte, Patricia Fidel, responsable en Lleida de la Federación de Ampas de la Escuela Cristiana (Fampaec), asegura que “en seis meses no se ha hecho nada por parte de Educación y todo ha sido a última hora, por lo que muchas familias se sienten abandonadas”. “La concertada ha hecho un sobreesfuerzo para garantizar la educación y estamos muy satisfechos, pero lamentamos que la Generalitat no haya hecho nada con todo el tiempo que ha tenido”, manifiesta, aunque admite que “este virus es desconocido y se improvisa”.

Si los padres se muestran críticos con Educación, los representantes del profesorado todavía más. Jaume Añé, portavoz de USTEC-STEs, señala que “el elemento clave en esta situación de pandemia era reducir el número de alumnos por grupo, pero no se ha hecho porque cuesta dinero y parece que las administraciones no están por la labor”. Señala que reducir las ratios a 10 alumnos en Infantil y a 15 en Primaria y ESO “cuesta 1.500 millones, que es el 1% de la ayuda de los fondos europeos, y supondría una revolución educativa barata en relación a sus beneficios”. Además, insistió en que “no es verdad que los docentes no queramos reabrir las escuelas, es justo lo contrario, pero entendemos que no se hace con todas las garantías”. Pere Sánchez, de CCOO, también defiende que “la apertura de los centros y mantenerlos abiertos es clave para nuestra sociedad, nuestros niños y su derecho a la educación”, censura la “unilateralidad” de Educación y la “infrafinanciación” y afirma que serán los profesionales “los que sacarán adelante esta situación”. Ramon Panadés, del sindicato de Secundaria Aspepc, remarca por su parte que apenas hay más profesores, que hay grupos de Bachillerato con más de 30 alumnos y que hay docentes que deben dar materias que no son de su especialidad.

Una profesora del Joan Oró, con un termómetro.

Una profesora del Joan Oró, con un termómetro.AMADO FORROLLA

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