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Como en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, la pandemia de coronavirus también ha afectado a la organización de las protestas. La prueba la tuvimos ayer en la subdelegación del Gobierno, con la convocatoria de Òmnium y la ANC para rodear su sede como protesta por la sentencia que ha inhabilitado al president Quim Torra. Además de llevar, por supuesto, mascarilla y gel hidroalcohólico, los participantes solo podían estar sentados en las sillas previstas por la organización, en total 150. A los que no podían cumplir este último e imprescindible requisito, se les “invitaba” a marchar para no superar los límites de aforo, aunque decenas de personas se quedaron detrás de donde actuaban los Cantaires de Ponent, y en la mayoría de casos respetando la distancia social.

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