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Contentos por reabrir pero escépticos con los horarios estaban ayer los dueños de bares y restaurantes. Uno lo explicaba gráficamente diciendo que “no sé quién vendrá a cenar a las ocho de la tarde con los horarios que hay, y como no se animen los funcionarios, no creo que despachemos muchas cenas”. Los que tienen personal han preferido aplazar la apertura vespertina hasta el fin de semana y limitarla al viernes y sábado porque si abren todos los días no salen las cuentas. Algún cliente explicaba que nunca había visto que fuera noticia una cosa tan habitual como tomarse un café en un bar, con cámaras de televisión y fotógrafos captando lo que no podía hacer hasta ayer. Y han aumentado las ventas de estufas para terrazas, pero aún así tendrá mérito disfrutarlas en Lleida.

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