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Joan Teixidó

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Hace semanas que se habla de la crisis de los microchips, que tiene un alcance mundial y que puede afectar de lleno para la campaña de compras de Navidad. Como siempre, el tema es más complejo de lo que nos podemos pensar, y en el caso de la falta de productos tendrán que ver muchos otros factores, como la dificultad de transporte de mercancías o el aumento del coste de las materias primas. Y también la falta de estos pequeños componentes, los microchips, que son parte fundamental para, hoy, la gran mayoría de productos y dispositivos que tenemos por casa.

Es aquello del IoT (Internet de las cosas), que para funcionar necesita componentes electrónicos y la base son los microchips. También la domótica, cada vez más presente en nuestros hogares, como las persianas eléctricas, los robots aspiradores o los indicadores de temperatura. O el teletrabajo y el confinamiento, que ha disparado, entre otros, la compra de ordenadores portátiles y elementos electrónicos relacionados, como cámaras o micrófonos. O la industria del automóvil, que cada vez requiere más microchips. Así, miles de empresas necesitan millones de microchips que las fábricas del mundo, localizadas sobre todo en Asia, no dan alcance a fabricar. La crisis de los microchips han sido, como veremos en el reportaje central de este número, un cúmulo de circunstancias, una tormenta perfecta con una afectación global.

Con respecto a las compras de Navidad, ya hay productos sin stock, como las consolas de última generación, y de otros que peligran, como los últimos iPhone de Apple. Ante esta crisis, que los expertos auguran que se alargará unos cuantos años, veremos qué empresas han hecho los deberes fabricando con stock suficiente o, por el contrario, si lo han hecho bajo demanda y eso ha propiciado que se queden, en un momento clave de la temporada de ventas, sin poder atender la demanda.

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