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Gobierno versus Govern

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Cuesta entenderlo, pero el Gobierno central no tiene ni idea, a estas alturas, cuando faltan 47 días para lo que sea que acabe ocurriendo en la jornada del referéndum catalán, acerca de qué piensa hacer el Govern que preside Puigdemont. Ni idea.

¿Qué se prepara en el Parlament a partir de este miércoles? ¿Habrá por fin una sorpresa y la Mesa aceptará a trámite esa ley del referéndum que, en estos momentos, no figura en el orden del día? Todo puede ser, porque todo indica que la Generalitat juega al despiste con Madrid.

Resulta, así, difícil precisar el calendario para las próximas seis semanas y media, que es lo que nos separa de ese potencial choque de trenes si Puigdemont lleva adelante su promesa –que tendrá que llevarla, aunque sabe que la cosa acabará mal– de ir a las urnas para que los catalanes digan si quieren o no separarse de España.

Lo que ocurre es que hay indicios de que él también está muy preocupado: ignora lo que piensa hacer al respecto, en concreto y más allá de acudir al Constitucional, el Gobierno central. Me dicen que Puigdemont cree que Rajoy tiene un as secreto en la manga.

Y Rajoy sabe manejar la información, como quedó evidente en el caso Pujol. ¿Hay dossieres explosivos flotando por el aire? Y si los hay, ¿servirán para hundir el referéndum? Forzosamente lo tenemos que ver pronto.

La sensación es que cualquier cosa puede pasar con un Govern y un Parlament que hasta esconden el verdadero alcance y propósitos de las leyes de desconexión que habrán de tramitarse en el Parlament, sin que se sepa cuándo.

Por no saber, ni siquiera sabemos cuándo podría ser llamada la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, a declarar por su presunta desobediencia al Constitucional, y ese día sí que se va a registrar una movilización independentista. Y puestos a hacer calendarios, para la Diada no falta ni un mes. ¿Es esto significativo?

Lo significativo es que Catalunya cada día se endeuda más, que el ambiente político no puede estar más enrarecido y que hay que constatar el fracaso de aquella operación Diálogo, que tan ilusionados nos hizo sentirnos a algunos. Ya saben: el miércoles entramos en la recta final. Cuarenta y cinco días nos separarán de una meta a la que, sospecho, nadie quiere llegar, pero qué remedio.

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