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Serpiente de otoño

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Los anglosajones acusaban a los medios de inventarse “serpientes de verano” para llenar los periódicos en época de sequía informativa. Serpientes inexistentes, como el monstruo del lago Ness, por supuesto. Pero se producían, al menos, titulares a los que se daban tintes polémicos.

De paso, se evadían cuestiones más de fondo, más inquietantes e inconvenientes en período de vacaciones: no conviene alarmar al personal. Superado ya casi el período vacacional, en España es posible que el Gobierno saque a pasear de nuevo, ya este mismo viernes, el espantajo de Francisco Franco, en plan “serpiente de otoño”, distrayendo atenciones ansiosas en torno a muchas otras temáticas, algo angustiosas, que el Ejecutivo de Pedro Sánchez tiene planteadas para los dos, tres o cuatro próximos meses.

Asuntos mucho más candentes de lo que representa que si los restos del dictador salen o no del Valle de los Caídos. Franco, cuyo desprecio por las vidas ajenas estoy volviendo a comprobar estos días en los que estudio la actividad de aquellos consejos de guerra sumarísimos que, entre 1939 y 1945, tantas penas de muerte impusieron a los vencidos, no merece esta polémica.

No seré yo quien llore si es trasladado del faraónico mausoleo que obligó a construir a los presos políticos, desde luego. Pero sí pienso que no es tal traslado, sobre todo cuando el Ejecutivo de Sánchez no tiene todos los detalles atados y bien atados, lo más urgente que los españoles, y desde luego el Ejecutivo, tenemos ahora que plantearnos.

Ya sé que Sánchez, que dicen que este fin de semana parece que va a convocar a sus ministros en dos jornadas de reflexión en el palacete de Quintos de Mora, también sabe que todos sabemos que lo de Franco es una maniobra de distracción: que salgan los “ultras” a la calle a protestar, que eso siempre da imágenes muy coloridas y contribuye a situar al Gobierno a la izquierda.

Pero apostaría que en los ejercicios espirituales en Quinto no se citará siquiera la palabra “Franco”. Y sí se hablará, y no poco, de cómo afrontar los desafíos de Quim Torra, que pienso que en septiembre deberá encontrarse de nuevo, dicen que en el Palau de la Generalitat, con el presidente del Gobierno central. Viene sin duda un otoño caliente.

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