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Y el presidente será...

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Merecía tener, y ha tenido, no poca repercusión la frase de Pedro Sánchez en Barcelona, durante la presentación allí de ‘sus’ (y de Podemos) Presupuestos: “que esperen sentados, porque vamos a gobernar hasta 2020.” Le faltó añadir: “por lo menos.” O sea, que pierdan toda esperanza los del tripartito conservador –así los llaman en el PSOE– de que se celebren elecciones generales anticipadas, es decir, antes de junio de 2020. Pero ocurre que, en el país de las carambolas políticas, es muy difícil, sino imposible, predecir el futuro.

El propio Sánchez está donde está gracias a una carambola que nadie se habría atrevido a anticipar –Sánchez tampoco, claro– ni siquiera tres días antes. Y lo mismo le puedo decir a usted de Pablo Casado. La figura del inminente presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, tampoco deja de ser fruto de una de esas carambolas del destino. Nadie daba un euro por él hace dos meses y ya ve usted dónde está.

Los humanos somos lo que somos porque el destino nos hace favores o jugarretas. O ambas cosas a la vez. Y, así, un candidato lo es casi siempre porque otra persona no ha querido serlo, y véase, si no, lo que está sucediendo con algunos de los aspirantes a presidir la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Las volteretas que ha dado la política servirán para pasmar a los historiadores: ¿de verdad, se preguntarán, pasaban esas cosas en España?

Así que decir eso de que “vamos a gobernar hasta 2020” me suena a las inocentes declaraciones que me hizo, en 1977, Adolfo Suárez Illana, el hijo del hombre que se acababa de trasladar a La Moncloa: “Vamos a estar aquí hasta 2010, por lo menos.” Como se sabe, por una de esas carambolas, Suárez dimitió como presidente en 1981 y desalojó, por tanto, el palacio de los falsos mármoles en la Cuesta de las Perdices, donde, por cierto, ya no queda una sola perdiz.

Yo no me atrevería, por tanto, a asegurar con tanta rotundidad como Sánchez que él vaya a seguir en La Moncloa hasta junio de 2020... por lo menos. Tampoco lo contrario. Así que puede que siga (o no... que diría el olvidado Rajoy), pero lo que es seguro es que no seguirá más allá, contando con sus actuales, forzosos, variopintos, aliados.

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