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Invertir en Sánchez

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Pedro Sánchez, que este martes tras reunirse con la presidenta del Congreso anunciará la fecha de la sesión de investidura, se presenta a él mismo como única solución. Y, por tanto, comunica que es o él o el caos, así que nadie debe esperar de él concesiones a cambio del apoyo a su gobernación “de progreso” y en solitario. Investirle es invertir en Sánchez. Es una inversión, no sé si temeraria, que solo tiene una alternativa: la repetición de elecciones allá por noviembre. Hoy por hoy, Cs prefiere no invertir: “no es no” a perpetuar al PSOE en La Moncloa. El PP, que está en otras condiciones, veremos por dónde acaba saliendo, teniendo en cuenta que entre el presidente en funciones y Casado existe una relación que poco tiene que ver con la ojeriza mutua que Sánchez y Rivera se tienen. De Podemos ya sabemos que lo único que busca son ministerios, única salvación personal para Iglesias. Y Sánchez, que ya digo, anda en “yo, o el diluvio”, sabiendo que, si llueve, dicen las encuestas, él no perecería ahogado en unas nuevas elecciones, en las que el voto al PSOE –y al PP– saldría reforzado, en detrimento de los otros tres, es decir, Cs, Podemos y Vox. Vuelta al bipartidismo. ¿Es de eso de lo que se trata, aunque para ello haya que tener paralizado el país medio año más? En términos de patriotismo sorprende que, para facilitar su investidura, o al menos para desprestigiar al “no es no”, que él tan bien conoce y tanto ha practicado, Sánchez no ofrezca contrapartidas: el sacrificio del gran Gabilondo en la Comunidad de Madrid y de la perdedora María Chivite en Navarra, por ejemplo. ¿Llegaría a planteárselo a los otros dirigentes cuando vuelva a reunirse con ellos en una nueva ronda de contactos? No lo creo. Porque la generosidad, como la autocrítica o hasta el sentido común, es lo menos común en el secarral político de esta, sin embargo, gran nación llamada España. Veremos si este martes la investidura –¿la primera?, ¿la definitiva, si algún milagro ocurre?– se fija para el 16 o el 23, o vaya usted a saber cuándo en este julio que ha llegado y nos sofoca, no solo por la temperatura y por los incendios que nadie “apagó” en febrero. Nos sofoca, a veces, de bochorno. Simplemente, porque lo que nos está ocurriendo es bochornoso. ¿Invertimos?, ¿investimos? ¿Insistimos en más de lo mismo?

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