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No, bonito, no

No, bonito, noSEGRE

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Los incendios, la alerta alimentaria, el Open Arms y ni que decir de los signos que indican malos tiempos para la economía son asuntos, todos ellos, que merecen la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública, que, atónita, contempla cómo las llamas destrozan kilómetros y kilómetros de paraje natural y cuando van al supermercado miran con recelo las carnes y embutidos. La opinión pública se estremece ante tanto sufrimiento humano a escasos metros de la gente que se baña en la playa ajena a su dolor y no da crédito a la polémica entre la citada ONG y la vicepresidenta.

Lo de los signos negativos para la economía, de momento, parece no preocupar demasiado aunque, vista la experiencia, debería comenzar a preocupar por aquello de que más vale prevenir que curar.

La cadena de hechos que merece atención no es ninguna bobada, sin embargo, creo que lo fundamental es la ausencia de gobierno en plenitud de funciones. Es lo más parecido al día de la marmota.

Podemos ha elaborado un documento de más de cien páginas proponiendo medidas y cuatro hipótesis de gobierno de coalición. La respuesta a este movimiento se la ha dado a Iglesias la vicepresidenta del Gobierno, a la que hay que reconocer que en este mes de agosto se ha ganado el sueldo.

La respuesta a la propuesta de Pablo Iglesias ha sido de rechazo. Solo le ha faltado decir a Carmen Calvo “no, bonito, no”. Se me escapa la estrategia de Sánchez. Si dicen los socialistas no querer elecciones, están tardando en establecer conversaciones oficiales con aquellos que les pueden dar apoyo. ¿Qué quiere de verdad el presidente en funciones?

Todo apunta a que las relaciones con Podemos –al menos las que conocemos– son tan frías y distantes como en junio y nada se ha hecho por echar agua al vino. Ni Sánchez ni Iglesias, que sabe de antemano que la propuesta de coalición decayó en la investidura. Pensar en un apoyo in extremis de Ciudadanos o el PP es como de broma. Nada de lo que ocurre en un país es irrelevante, pero conviene no despistarse, porque, si de verdad hay un problema que requiere acciones claras y entendibles, es no solo el de la gobernabilidad, sino el de la estabilidad política.

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