SEGRE

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Puede que algunos de ustedes digan que me repito, pero estamos en vísperas de la fiesta de Reyes y por eso me parece pertinente volver a hacer una llamada de atención sobre los regalos que piden nuestros hijos.

Verán, estos días en algunas calles céntricas de Madrid, y supongo que también en otras ciudades, hay grupos de amables jóvenes, que pertenecen a asociaciones, que recogen perros abandonados e intentan convencer a los transeúntes para que “adopten” un perro.

Son perros que han rescatado de la muerte, ya sea de basureros, que vagaban por el campo o que han sido abandonados en una gasolinera por sus desaprensivos dueños. Galgos a los que han bajado del árbol de donde colgaban del cuello porque sus dueños ya no les necesitan y, comportándose como auténticos asesinos, no han dudado en intentar ahorcarles.

Y sin embargo, estos perros rescatados del infierno serían sus amigos más leales, recibirían de ellos el afecto más sincero y la entrega más total que puedan imaginar.De manera que si está usted pensando en cumplir con los sueños de sus hijos de que los Reyes Magos les “traigan” un perro, no duden en acoger a uno de los que aguardan expectantes a que la vida les dé una oportunidad.

Vuelvo al principio de este artículo: durante las Navidades y Reyes muchas personas compran mascotas sin asumir que una mascota no es un juguete, no está para entretener un rato a los críos, sino que es un ser vivo que tiene las mismas necesidades que pueda tener usted, incluida la necesidad de afecto.

Hay padres que no saben educar a sus hijos en el respeto a los animales, les permiten que hagan todo tipo de tropelías con las mascotas. También se olvidan de que a un perro hay que sacarle a la calle al menos tres veces al día y, naturalmente, necesitan que les bañen, que les lleven al veterinario, recibir una alimentación adecuada, jugar, descansar. Un perro debe convertirse en un miembro más de la familia y, si no tenemos esa disposición, entonces mejor no tenerlo.

Pero sobre todo quiero insistir en que un perro no es un juguete del que cuando uno se cansa se echa a la basura o a la calle. Desgraciadamente, el nuestro es uno de los países donde más perros se abandonan.

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